(GEC)
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El fotógrafo Gary llegó al restaurante por un bistec a lo pobre con huevo y plátano fritos, arrocito blanco bien graneado y, para bajar la grasita, una agüita de manzanilla. “María, el Perú es un país hermoso, único, con riquezas extraordinarias y gente buena y trabajadora, pero también tiene aspectos negativos como la informalidad, uno de nuestros grandes males. Acá, como en ninguna otra parte, impera la cultura del ‘vivo’, del que le saca la vuelta a la ley y es bien visto y hasta aplaudido.

Por eso es que muchos conductores se pasan la luz roja del semáforo cada vez que pueden, conducen contra el tráfico o lo hacen por las bermas, por las noches encienden las luces altas que ciegan a los demás, tocan el cláxon como locos, exceden los límites de velocidad, cierran a los otros choferes de manera intempestiva y jamás ceden el paso a los peatones.

Pero eso no es todo, en mercados de la cachina venden en el suelo toda clase de medicinas, con la fecha de caducidad borrada ¡Y la gente las compra para ellos mismos o para vender! Increíble. No les importa que podrían estar pagando por veneno. Muchos mercadillos que se ubican en la vía pública, al final, cuando se van, dejan la calle asquerosa. Esos comerciantes parecen no tener conciencia de que están usando bienes que son de todos, las pistas y veredas, y lo menos que deberían hacer es dejarlos más limpios que como los encontraron.

También están los que arrojan desperdicios a la calle y hasta orinan a plena luz del día. Y no podemos olvidarnos de quienes construyen sus escaleras, cocheras y hasta negocios en veredas y bermas que, repito, son de todos y de nadie en particular. Con esa mentalidad tan extendida, no extraña que Perú sea uno de los países de América con la menor cantidad de ciudadanos que pagan impuestos. Somos más de 30 millones, el mercado laboral está compuesto por unos 16 millones de personas y, de estos, solo un millón 300 mil pagan impuestos por sus ingresos. ¿Y el resto? Bien, gracias.

Hay que recordar que con los impuestos se pagan los sueldos a maestros, médicos, enfermeras, policías, y se construyen carreteras, hospitales, colegios y mucho más. No respetar las normas es faltarle el respeto a los demás, al Perú. Si queremos tanto a nuestro país como decimos, deberíamos empezar por comportarnos como verdaderos ciudadanos, esto es, actuar de manera civilizada. Cuando la mayoría de peruanos que se encuentran en la informalidad se esfuercen para pasar a ser formales cuanto antes, cuando respetemos la luz roja del semáforo y también al policía que nos pide los documentos, ese día comenzaremos a ser un país en desarrollo”, Gary tiene razón. Me voy, cuídense.

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