Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un tallarín saltado de carne y una jarrita de chicha morada al tiempo. “María, los más de once millones de latinos, indocumentados en Estados Unidos, tiemblan por la elección de como presidente.

Esa gente no puede dormir por la preocupación, pues se sienten más inseguros que nunca. No saben qué pasará con ellos, con sus familias, con todo lo que construyeron allí, con lo que adquirieron, muchos durante décadas. En el transcurso de la campaña, el candidato republicano había prometido hasta el cansancio que comenzaría a sacarlos del país desde el primer día de su gobierno. Incluidos los adolescentes y jóvenes que habían sido llevados a Estados Unidos, ilegalmente por sus padres, cuando eran niños y que hoy piensan y sienten como estadounidenses, que estudiaron en escuelas de allá. En ese país hay alrededor de un millón 200 mil peruanos, y más o menos la mitad de ellos son indocumentados. Todos esos compatriotas, como hicieron los primeros inmigrantes llegados de Europa, incluso los abuelos de Donald Trump, fueron al gigante del norte en busca del ‘sueño americano’.

Para conseguirlo, tuvieron que dejar su casa, su familia, amigos. Muchas veces a padres ancianos, a los que sabían que tal vez no volverían a ver nunca más; a hijos pequeños, a la pareja amada. Y comenzar de cero en una tierra extraña, con un idioma distinto, sin conocer a nadie y soportando la discriminación.

Todo por conseguir un futuro mejor. Cada año, esos esforzados peruanos envían a nuestro país remesas de unos ¡¡mil millones de dólares!! Son miles de familias que dependen de ese dinero para comer, vestirse, estudiar y curarse de enfermedades. Ese aporte en dólares es un importante impulso para nuestra economía, sobre todo en estos tiempos en que está estancada.

Pero no solo los inmigrantes se benefician. también saca provecho de la permanencia de esos extranjeros, pues estos pagan impuestos y constituyen una formidable fuerza laboral, además de realizar los trabajos que los gringos no desean hacer y que son tan importantes como la siembra y cosecha. El sector agricultura sufriría un golpe durísimo si se queda sin esa mano de obra.

Además, muchos inmigrantes fundan nuevas empresas, creando más fuentes de trabajo. Como si fuera poco, estos millones de personas luchan por adquirir una vivienda, lo que impulsa el crecimiento del sector de la construcción. Parece imposible que se pueda sacar a todos o la mayor parte de indocumentados sin que Estados Unidos sufra pérdidas multimillonarias. Pero con Donald  Trump, nunca se sabe”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.

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