Mi gran amigo periodista, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un bufé criollo con carapulcra, ají de gallina, cau cau, olluquito, ceviche de corvinilla, sangrecita, arroz blanco y rocotito molido. Después, se pidió una jarrita de emoliente con linaza para el frío. “María, siempre es emocionante ver a los peruanos celebrando las en el extranjero, como lo hacen todos los años en New Jersey, Estados Unidos. Muchas veces, por mi trabajo, tuve ocasión de compartir con y la verdad es que afuera el Perú se siente mucho más. Son más de tres millones de peruanos que cruzaron nuestras fronteras en busca de un futuro mejor. Ellos, con trabajo duro y muchísimo esfuerzo, aportan al país cada año mandando remesas a sus familias. ¡Más de 2,800 millones de dólares! 

Qué paradójico que esos peruanos en el extranjero, quienes deben vivir alejados de sus familias y soportando, muchas veces, la discriminación en otros lugares, aporten tanto a la tierra que les negó la oportunidad de un trabajo digno. Es conmovedor ver cómo miles de nuestros hermanos y hermanas celebran en Milán, Madrid, Tokio, Santiago, Buenos Aires, Miami, San Francisco o Nueva York.

Los peruanos en el extranjero recuerdan el terruño donde nacieron, vestidos con polos rojiblancos, con vinchas que dicen ‘Arriba Perú’, brindando con cerveza peruana llevada especialmente, saboreando unos anticuchos, arroz con pollo o cevichito y cantando ‘Y se llama Perú’. Lloran a los hijos de los que tuvieron que separarse, a la esposa, al esposo, a los padres ancianos que tal vez nunca volverán a ver. Es el precio que deben pagar por una vida mejor para los suyos.

¡Qué peruano en el extranjero no ha llorado cantando ‘Todos vuelven’, del genial César Miró!, un himno para los que están lejos de la tierra amada: “Todos vuelven a la tierra en que nacieron/ al embrujo incomparable de su sol/Todos vuelven al rincón donde vivieron/donde acaso floreció más de un amor/Bajo el árbol solitario del silencio/cuántas veces nos ponemos a soñar/Todos vuelven por la ruta del recuerdo/pero el tiempo del amor no vuelve más”. Cuando estamos en el Perú, no nos cansamos de criticar todos sus defectos, nos parece un país feo, pero cuando te vas, lo añoras y reconoces que no hay otro igual, con todo lo malo que tiene. 

Solo digo que los que nos quedamos nos esforcemos un poco más por hacer de nuestro país un mejor lugar para vivir. Para que nuestros hijos no tengan que partir y padecer tantas cosas solos, alejados de los suyos. Y que nuestras autoridades reconozcan el valor de los peruanos en el extranjero, de su tremendo aporte económico, y les den mucho más apoyo a través de los consulados. Especialmente a los indocumentados, que deben ser la mitad de esos tres millones”. Tiene razón Gary, esos compatriotas, en su mayoría, son muy trabajadores y dan todo por sus familias, aunque hay otros que dejan mal al Perú porque son ladrones, vagos y estafadores. Me voy, cuídense.

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