Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un contundente menestrón con fideos canuto, papas y carne de res suavecita para reponerse luego de un domingo agotador por el censo. “María, la inmensa mayoría de peruanos, más de 26 millones -según el Vaticano-, son católicos y no parece ninguna exageración. Basta con ver los homenajes que se realizan en Semana Santa o la cantidad de fieles que asisten a la procesión del Señor de los Milagros, no solo a la principal, que sale del santuario de Las Nazarenas, sino también a las que se hacen en los barrios de Lima. Por eso, constituyen una falta de respeto temeraria y a la vez absurda los esfuerzos por dañar a la que realizan ciertos grupúsculos a los que nadie quiere. La mayoría de estas personas, que dicen no creer en Dios -y están en su derecho- tienen en común la soberbia y la malcriadez, pues se permiten menospreciar, criticar y burlarse de los creyentes por lo bajo. Están a la espera de cualquier dicho del cardenal Juan Luis Cipriani para saltarle al cuello, mofarse y faltarle el respeto, pues creen que así le restan influencia a la Iglesia.

El último ataque a la Iglesia Católica se dio con ocasión del censo realizado ayer. Fue mediante un video difundido en las redes sociales con la clara intención de hacer creer que era del Instituto Nacional de Estadística, pues los participantes utilizaban los chalecos de esa institución. Allí aparece una joven que, con el objetivo evidente de confundir a la gente, dice a manera de recomendación oficial: ‘Si no eres practicante de la religión católica, no vas a misa y estás en desacuerdo con muchas de las opiniones del cardenal Juan Luis Cipriani, entonces no eres católico’. Y pide con energía que el encuestado se asegure de que el empadronador marque la opción ‘Otra’ en la pregunta ‘¿Cuál es tu religión?’. Un católico no se convierte en ateo, agnóstico o fiel de otra religión si casi nunca practica los ritos de su fe, no va a misa e incluso si no comparte las opiniones del cardenal Cipriani. ¡Sigue siendo católico! En nuestro país, hace falta que aprendamos a respetarnos y aceptarnos. Los católicos merecen tanto respeto como los creyentes de otras religiones, los agnósticos y ateos. Si no crees en Dios, es tu decisión y está muy bien. Nadie tiene por qué burlarse de ti ni menospreciarte. ¡Pero tú también respeta a los que sí creen! No mientas, no juegues sucio, no te creas el bacancito. Un poquito más de humildad, por favor”.

Gary tiene razón. Me voy, cuídense.

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