Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó por su arroz con pollo, papa a la huancaína y un emoliente al tiempo. “María, de la exministra , en el hospital ‘Edgardo Rebagliati’, por falta de atención médica, demuestra la crisis del sistema de salud de nuestro país. La señora estuvo internada una semana en Ica y luego fue trasladada a Lima en una ambulancia de por su delicada condición. Sin embargo, cuando llegó al nosocomio de la avenida Salaverry, no la quisieron pasar a la unidad de cuidados intensivos (UCI) ¡porque no tenía el DNI! Increíble.

La paciente estaba plenamente identificada porque estuvo internada varios días en Ica y la trajeron en un vehículo de EsSalud. ¿Qué más querían? Pero incluso si hubieran tenido la certeza de que no era una asegurada, que no era el caso, estaban en la obligación de atenderla, pues su vida estaba en juego.
Ante el escándalo que produjo la denuncia pública de Ana Jara, EsSalud separó de sus funciones al médico de guardia. Esta reacción, por lo menos, se da porque se trata de una excongresista y expresidenta del Consejo de Ministros.

¿Pero cuántos miles de peruanos deben soportar todos los días humillaciones, malos tratos, insultos y hasta gritos de parte de algunos malos médicos y personal de seguridad sin que pase nada? ¿Quién no ha visto que mientras los pacientes se quejan de dolor en los pasillos, esperando durante horas ser atendidos, el personal médico está en otra, muchas veces chateando por el celular?
Los pacientes deben esperar semanas para que les den una cita, y hasta meses para que les hagan exámenes con tomógrafos y otros equipos.

Es cierto que los hospitales están muy mal equipados, pues les faltan camas, medicinas y hasta agujas. Pero también es verdad que muchos profesionales de la salud exhiben una indignante falta de humanidad. No son todos, pero cada día son más los médicos que muestran desprecio hacia el paciente. Los maltratan, humillan y lo mismo hacen con sus familiares, a quienes ni siquiera se dignan a informar sobre la condición del enfermo. Sin ningún sonrojo se escapan y hay que perseguirlos para obtener alguna mínima información que siempre dan de mala gana. ¡Olvidan que son trabajadores del Estado al servicio de la población! Ellos no le hacen ningún favor a nadie, pues se les paga por su trabajo.

Por eso la gente se indigna cuando hacen . Parece que solo les enseñan a tratar enfermedades, olvidando el respeto al paciente al que parece que consideran solo como un pedazo de carne. Es duro decirlo, pero es la realidad. En cambio, qué respetuosos se muestran cuando trabajan en una clínica. O sea que para ellos la diferencia la hace el dinero. Una lástima. ¿Y la vocación de servicio?”.

Gary tiene razón. Me voy, cuídense.

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