Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un estofado de res con zanahorias, alverjitas, arroz blanco, sarsa criolla y, para tomar, un emoliente calientito.

“María, la conmovedora historia de Víctor Martín Angulo Córdova, , alumbrándose con la luz amarillenta del poste de la calle en Moche, porque su casita de palos y plástico no tenía electricidad, dio la vuelta al mundo a través de Internet.

Así pudo ser conocida por Yaqoob Yusuf Ahmed Mubarak, un empresario árabe del reino de Baréin. Quedó conmovido por los esfuerzos del pequeño por aprender y supo que debía hacer algo. Llamó a su abogado mexicano Gilberto Rosas Landa, a quien encargó la misión de ubicarlo. Fue así que pudo contactarse con el colegio Ramiro Ñique, de Moche, donde Víctor estudia. Luego, Yaqoob Ahmed decidió viajar hasta Trujillo para conocer al pequeño, para lo que recorrió más de 14 mil kilómetros en avión, ¡más de medio mundo! En Moche se reunió con Víctor, con quien jugó pelota en la calle y, tras comprobar sus carencias económicas, le dio dos mil dólares -que el niño dio a su mamá- y .

La nota mala fue de algunas autoridades peruanas, pues el abogado Gilberto Rosas señaló que burócratas del Ministerio de Educación los llamaron para decirles que las donaciones que traían para implementar una sala de cómputo en la escuela de Víctor .

¡Increíble! Dicho ministerio no cumple con hacer las mejoras que ese colegio necesita y, en el colmo, también impide que otros las hagan. Si las leyes -que deberían ser simplificadas- dicen que se debe cumplir con dichos trámites engorrosos, pues se debe hacer, pero hay funcionarios en ese ministerio bien sentados en cómodas oficinas que podrían encargarse de realizarlos y de guiar a Yaqoob y sus representantes en los pasos a seguir. ¡Si están trayendo ayuda hay que facilitarles las cosas, no desanimarlos, pues el beneficio es para los niños de Moche!

Igual pasa con donaciones para hospitales y otras instituciones que, por culpa de burócratas ociosos y torpes de diferentes organismos del Estado, muchas veces se quedan en Aduanas durante varios meses y, cuando al fin son liberadas, a veces ya están malogradas. Volviendo al caso del pequeño Víctor, su historia debe servir de ejemplo a niños y jóvenes y convencerlos de que el estudio, el esfuerzo honesto para mejorar, siempre rinden sus frutos.

Tal vez la mayoría de chicos que luchan contra la adversidad y se sacrifican por superarse no reciban la ayuda de un empresario de buen corazón como Yaqoob, pero con el tiempo cosecharán los frutos de su trabajo y tendrán una vida mejor”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.

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