En , un hombre visiblemente iracundo, intentó destruir una tienda. A punta de y patadas, rompió los vidrios de toda la fachada. Un transeúnte intento calmarlo, pero la locura del hombre no tenía fin.

A plena luz del día y sin importarle los carros y los transeúntes que concurrían por la zona, el hombre tiró piedras e hizo añicos los vidrios de la tienda. Incluso estuvo a punto de pelearse con uno de los peatones que intentó calmarlo.

A pesar de que destruyó casi toda la entrada, el hombre no intentó robar ningún objeto de la tienda, por lo que se presume que se trataba de una venganza con el dueño. Lo que no se esperaba era la venganza que el destino tenía preparado para él.

Luego de destruir los vidrios y al ver que el peatón, con quien previamente había tenido un intercambio de palabras, estaba llamando a la policía. El hombre salió corriendo del lugar, con intención de escapar de la escena de vandalismo que había protagonizado.

Sin embargo, al cruzar la pista a velocidad, el hombre fue atropellado por un auto. Debido a los carros que estaban estacionados a la derecha, el conductor del vehículo no pudo ver al hombre, quien al cruzar corriendo no se percató que un auto venía a velocidad.

Fue así que el hombre terminó tirado en la vereda opuesta a la tienda, que minutos antes había vandalizado. El mismo peatón que había intentado calmarlo, acudió ahora en su auxilio y llamó a la ambulancia que lo llevó hasta el hospital más cercano.

El estado del hombre es crítico y, a pesar de su accidente, al recuperarse tendrá que responder por los actos de violencia que realizó contra la tienda. Actos que le salieron más caros de lo que pensaba.

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