El obstetra francés Pierre-Emmanuel Bouet no podía creer que lo estaba viendo. Y es que encontró una extraña situación en el útero de una de sus pacientes. ‘Quedé asombrado, mi primera reacción fue pedirles a mis colegas que confirmaran mi diagnóstico’. ¿Qué podría ser tan extraño para pedir la opinión de otros médicos?

Lo que sucedió fue que en una consulta de rutina a una de cinco meses y medio, el doctor encontró algo extremadamente inusual. Durante la ecografía pudo ver cómo dos piernas sobresalían del costado del útero. Eran las extremidades del bebé que salían por una de las paredes de la matriz. Se trata del caso número 27 registrado en toda la historia de la medicina.

Al contrario de lo que se esperaba, el movimiento de las piernecitas del bebé no fue lo que perforó la pared uterina. Lo que pasó fue que la mujer pasaba por su sexto embarazo, por lo que las paredes de su útero habían desarrollado una rigidez mayor a la normal. 

Es así que cuando fue imposible que continuara estirándose para facilitar el crecimiento del feto, se rompió. Por suerte, las piernas del bebé actuaron como tapones deteniendo así la hemorragia que les hubiera resultado mortal a ambos.

A pesar de ello, el riesgo era muy grande ya que el feto aún era muy pequeño para nacer y en cualquier momento podría sacar sus piernitas del agujero en el útero. Aunque el médico les recomendó inducir el parto, los padres decidieron esperar unas semanas más con un extremado control prenatal. Dos meses después nació el sexto hijo de la pareja mediante una cesárea.

Hoy el pequeño está vivo, muy saludable y extremadamente activo, tanto que aún sigue pateando aunque no sea para salvar a su madre. 

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