Copa de vodka en mano, , autor de ‘Un mundo para Julius’, ‘La vida exagerada de Martín Romaña’, ‘Huerto cerrado’, ‘Tantas veces Pedro’, entre otros libros fundamentales en la literatura peruana, rememora su amistad con Julio Ramón Ribeyro, recuerda su pasado pelotero en Universitario de Deportes y nos habla de la bohemia, esa de la que fue socio honorable. Aquí esta conversación con Alfredo Bryce Echenique que no te puedes perder.

Bryce no es Bryce sin su copa de vodka tonic...
Bueno, estos ambientes, como este festival (Hay Festival Arequipa), en el que ves tanta gente que va y viene, no la paso bien. Por eso, quiero siempre tomarme una buena copa, para que la realidad se vuelva menos aburrida.

Usted acuñó una frase que se hizo muy popular: ‘Prefiero ser un borracho conocido que un alcohólico anónimo’...

(Risas). Sí, pues. Un día estaba con una amiga y le digo: ‘Mira, ahí está el poeta Gonzalo Rose tomándose unos tragos, es un borracho consuetudinario’. Mi amiga me respondió: ‘Es un borracho con su itinerario’. El poeta Gonzalo Rose era un gran bebedor, que iba de una cantina a otra.

Maestro, ¿extraña la vida bohemia?
No, no. Ya cuando uno ha estado de un lado para otro, lo único que quiere ver es a sus amigos. Y bueno, hay que tomarse unas copas, pero ya no jarana, ya no jarana.

Incluso, dice que desconfía de las personas que no beben, ¿por qué?
Bueno, es raro. Pero tampoco me gustan nada los borrachos.

En algún momento comentó que no era lo mismo una cantina que un bar, explíqueme...
Claro. La cantina es un lloradero, donde van a ‘chupar’ los que han perdido la fe. El bar es un sitio más acogedor, más sereno, es un lugar ideal para una cita.

Por cierto, hay algo que Tulio Loza siempre decía de usted, cuando compartían carpeta en la Universidad San Marcos, que lo ayudó a enamorar a una chica, ¿Es cierto?
Él fantasea mucho.

¿No es verdad?
No, pero fuimos muy buenos amigos en San Marcos. Él era el pícaro del grupo.

Pocos saben que usted fue un gran arquero de Universitario y que incluso jugó ante Independiente en Buenos Aires...
Por supuesto. Mi madre recordaba que cuando yo era chico y al día siguiente tenía un partido de fútbol, me acostaba con la ropa de futbolista puesta, por temor a llegar tarde. Eso contaba siempre. Mi vida de futbolista se acaba cuando viajo a París, porque no había dónde hacerlo. Mi equipo había desaparecido (Ciclista Lima Association), y en Francia nunca llegué a tener un equipo.

Allá en Francia compartía el gusto por el fútbol con Julio Ramón Ribeyro, otro gran fanático de ese deporte...
Sí. Mi amistad con Julio Ramón fue muy fuerte, muy linda, muy profunda. En las buenas y en las malas. Julio pasó temporadas horribles en París por su enfermedad, que terminaría por matarlo muy joven.

¿Y esa anécdota entre usted, Julio Ramón y Alan García? (Se encontraban los escritores bebiendo en un bar de Francia, cuando entró Alan García, guitarra en mano, a cantar ‘El rey’, de Vicente Fernández)
Oye, nada más correcto para un estudiante que ganarse la vida de cualquier forma, en este caso con una guitarra y cantando. Eso es meritorio. Lo que pasó ahí fue que Julio Ramón no tenía monedas y me dijo: ‘Alfredo, ¿tú puedes ponerle monedas?’. Y yo le dije que sí. Y yo le di, en la gorra que pasaba. Alan me miró con odio. Fue como...

¿Humillarlo?
Sí, humillarlo. Estaba cantando canciones en un bar. Bueno, eso es algo serio y respetable.

Volviendo al tema del fútbol, ¿ve los partidos de la selección peruana?
Mira, lo sigo cada vez con más lejanía porque... tengo una frase que dice: ‘Avanzaaa Perú... ¡Gol de Brasil!’.

Sí, pues, el fútbol nos desilusiona a todos...
Pero los hinchas se mantienen, a pesar de que pierde y pierde. Ahora porque les han regalado unos puntos ya se creen dignos de ir al Mundial, pero no creo que lleguen.

¿Para usted, las mujeres han sido un motor importante en su vida?
Sí, así es.

¿Es una persona enamoradiza?
Sí. Pero como siempre digo: ‘En cosas de mujeres, los caballeros somos amnésicos’.

Maestro, ¿nunca quiso tener una familia?
No, nunca quise, y me casé con mujeres que tampoco querían.

¿Se lleva bien con la soledad?
No, yo soy muy amiguero, no estoy solo.

En febrero cumplió 77 años, ¿cómo se siente?
Bueno, ya me está tocando la hora de ser viejo.

Usted, que ha tenido una vida intensa, ¿tiene algo pendiente?
Sí, escribir un par de libros todavía.

(Johnny Valle)

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