, aparece en reportes de agentes de inteligencia como uno de los instigadores de las violentas revueltas producidas en diciembre, luego de que el mandatario fuera vacado por golpista. También se menciona su participación en las protestas que se iniciarían mañana en el sur del país.

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Los documentos son analizados por las nuevas cabezas de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI).

En los últimos meses, Morales ha visitado constantemente a Germán Alejo, quien hasta hace unos días fue el gobernador de la región Puno, centro neurálgico de los desmanes. Alejo, quien también es un dirigente de izquierda radical y admirador de Morales, pretende que dicha región se integre a Runasur, el cuestionado proyecto geopolítico que promueve el político boliviano.

El año pasado, ambos participaron en un mitin en donde el excocalero Morales dio rienda suelta a su perorata de enfrentar a los ricos y pobres y hermanar a los pueblos andinos.

Evo Morales, por cierto, tiene experiencia en promover asonadas violentistas, crear caos y terror. En el año 2019, cuando las autoridades descubrieron que había cometido fraude para reelegirse, sacó a sus partidarios a las calles para enfrentarse a las fuerzas de seguridad y a la policía. Las plazas y calles de diferentes localidades bolivianas se bañaron de sangre y más de cincuenta personas perdieron la vida.

Para los analistas de inteligencia, varios hechos que ocurrieron en esa oportunidad en Bolivia coinciden, sospechosamente, con lo que hicieron los seguidores de Pedro Castillo, de la misma línea de Morales, cuando fue defenestrado en diciembre.

Las turbas de los seguidores de Morales tomaron una planta de hidrocarburos para impedir la salida de las cisternas con tanques de gas licuado. También tomaron aeropuertos y quemaron locales públicos. Aquí, los seguidores de Castillo asaltaron la planta de gas natural de Kepashiato, en el Cusco, y causaron graves destrozos en los aeropuertos de Puno, Cusco y Ayacucho, perjudicando el transporte de pasajeros. Hasta hoy se han contabilizado 27 muertos.

Otra similitud tiene que ver con quién era el embajador de Cuba en Bolivia cuando Evo desató la violencia. Pues nada menos que Carlos ‘El Gallo’ Zamora, un viejo hombre de inteligencia y conspirador internacional. Los medios bolivianos le atribuyeron la autoría intelectual de los sangrientos desmanes y muertes.

Zamora —¡oh coincidencia!— es, desde diciembre del 2019, embajador de ese país en el Perú. El ‘diplomático’ cubano visitaba y hasta se fotografiaba con Willy Huerta, el ministro del Interior de Pedro Castillo. ¿Qué conversaban y coordinaban?

Por último, la cereza del pastel: ¿a dónde huyó Morales cuando las Fuerzas Armadas lo obligaron a renunciar? Sí, a México. Allí fue asilado por el presidente de ese país. Como bien decía Franklin D. Roosevelt, “en política, nada ocurre por casualidad”. Nos vemos el otro martes.

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