La vida del Papa Francisco: El llamado de Cristo y cómo tomó esta decisión

“Yo tenía 17 años y sentí que el Señor quería que fuese sacerdote. ¡Y aquí estoy! Soy sacerdote. Esta es la respuesta. Se siente en el corazón”, dijo el año pasado el Santo Padre, el Papa Francisco, para resumir el llamado de la iglesia. Lo cierto es que con la influencia de sus padres y su abuela Rosa Vasallo, así como las enseñanzas en el colegio primario católico Salesiano Wilfrid Barón de los Santos Ángeles (Buenos Aires), donde cursó la primaria, Jorge Bergoglio fue consolidando su fe en Cristo y su devoción por la Virgen María.

Ya adolescente, cursó la secundaria en el colegio industrial Hipólito Yrigoyen, mientras el misionero italiano Enrique Pozzoli, amigo de la familia que casó a sus padres y lo bautizó, era su consejero y confesor.A los 17 años decidió seguir la vocación sacerdotal y a los 21, ya graduado como técnico químico, ingresó en el seminario diocesano de Villa Devoto, dirigido por los sacerdotes jesuitas.El 11 de marzo de 1958 pasó al noviciado de la Compañía de Jesús. Tras seguir estudios superiores, el 13 de diciembre de 1969 recibió la ordenación sacerdotal de manos del arzobispo Ramón José Castellano.

MAS DATOS

• Amalia, quien creció con Jorge Bergoglio, recordó que, cuando ambos tenían 12 años, el hoy Papa le dijo de frente: “Si no me caso con vos, me hago cura”. “No tengo nada que ocultar, si fue una cosa tan de niños y tan limpio”, rememora la dama que confirma que no fueron enamorados, aunque hasta hoy se le llama ‘La novia del Papa Francisco’.

• Algunos dijeron que la mamá de Jorge Bergoglio se opuso a que fuera sacerdote. Biógrafos del Papa confirman que es falso. Al apreciar que era su vocación, más bien su madre lo alentó y fue feliz al verlo como cura.

• El Santo Padre también ha señalado en alguna ocasión que “la que me enseñó a rezar fue mi abuela. Ella me enseñó mucho en la fe y me contaba las historias de los santos”.

• El 21 de setiembre de 1953, en lugar de ir a celebrar el Día del Estudiante, fue a su parroquia y se confesó con un cura que no conocía. “Me despabiló”, recuerda. Ese día decidió ser sacerdote.

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