Por: Fernando ‘Vocha’ Dávila

Todo empezó con un punteo de guitarra, unas letras improvisadas y un buen rock and roll. es de esos periodistas de raza, que la pandemia no lo sacó huyendo, más bien le hizo poner el pecho a las balas. En RPP y en las calles es una voz respetada, porque la vida le dio dones para sobrevivir.

Te veo con pinta de no darle a la pelota...

Soy arquero.

¿De los buenos?

En cancha de fulbito sí.

¿Salsero?

Fui ‘hippie’.

¿Pelo largo?

Jean roto y tocaba guitarra.

¿Temas preferidos?

Los de Fito Páez y Enanitos Verdes.

¿Enamorabas con música?

He conquistado a más de una chica, ja, ja, ja.

¿Cuándo te dabas cuenta de que habías ‘ganado’?

Cantaba y le brillaban los ojitos.

¿Tuviste tu banda?

Quería ser como Gianmarco y terminé de periodista.

¿Bailas?

Tengo dos pies izquierdos.

¿Lo intentas?

Con dos cervecitas.

¿Ibas a los conciertos del jirón Quilca?

Lo mío era en galerías Brasil.

¿Escuchas otro género?

Me gusta la chicha.

Explica eso...

De chico, me iba los fines de semana a Chaclacayo con mi familia y regresábamos domingo en la tarde. Pasábamos por la Carretera Central y veía los letreros a colores y la alegría de la gente. Eso me hizo querer ese ritmo.

Volvamos al fútbol...

Sirvió para integrarme a mi nueva vida.

¿A qué te refieres?

Estudié en el colegio Champagnat hasta cuarto de secundaria.

¿Por qué saliste?

La crisis del ‘paquetazo’ de Fujimori nos movió y tuve que irme a un nacional, en San Luis.

Durísimo cambio...

Pasé de hacer trabajos con mis compañeros en sus casas de San Isidro a ir a Yerbateros.

¿Sufriste marginación?

Un poco, como era blanquiñoso me miraban como ‘pituco’.

¿Te hicieron bullying?

Al principio me miraban como alguien extraño, pero el colegio era mixto...

¿Cómo ayudó eso?

La guitarra, tenía mi pinta y encima jugaba de arquero. Las chicas me recibieron bien y luego los hombres.

¿En la escuela anterior eras el misio?

Era increíble cuando te atrasabas con las pensiones.

¿Qué pasaba?

Entraban al salón y sacaban a los que no habíamos pagado, nos paraban en la cancha de frontón.

¿Tanto así?

Los compañeros salían al recreo y se enteraban de que tu viejo no tenía plata para pagar.

¿Quién es Nolberto Solano para ti?

Mi ídolo de los noventa. Tiro libre para Perú y gol de él. Encima salió campeón, años después, con mi equipo, la ‘U’.

Le diste duro cuando salió detenido durante la cuarentena.

Ese día me probé como periodista.

Lo encaraste...

Y él no reconocía que estaba en un error.

¿Se llegó a disculpar?

Sí, pero lo noté forzado.

¿Por qué?

Me llamaron de un programa del mismo RPP, que él deseaba hablarme y me dijo: ‘señor Jorge Chincha’.

Te la mandó...

Bonita manera de decirme: ‘¿Quién eres?’.

¿Otro ídolo?

Juan Carlos Oblitas. Un hombre que le hace bien al fútbol peruano.

¿Ricardo Gareca?

Deben hacer un billete con su rostro.

¿Cómo bajaste de peso?

Siempre he sido obeso y ahora corro quince kilómetros en hora y media.

¿Te han preguntado de qué raza eres?

Sí, respondí que todos somos mestizos. El día que entendamos eso vamos a avanzar.

Te pido que retrocedas a tu época de universitario, ¿cómo te ves?

Jean roto, un morralito colgando de mi hombro y tres soles en el bolsillo.

Gracias por tus revelaciones...

Al diario Trome, un gran saludo. Han entrado en el corazón del pueblo. Mis respetos.

Sencillo, risueño y sin apariencias. No se pulió para responder. Como lo afirmó el escritor Rick Godwin: ‘La sinceridad no es decir todo lo que piensas, sino sentir todo lo que dices’.


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