Por: Miguel Ramírez

“El es todo. El narco no solo es violencia, policías y militares contra delincuentes. El narco omnipresente y omnipotente, como Dios. El narco nuestro de cada día: cada vecino, taller mecánico, pariente o amigo, amante o compañero de trabajo, cohabitante de carril vehicular, comensal y peluquero está involucrado: el narco es una forma de vida”.

Tal descripción real y descarnada sobre el poder del narcotráfico la hizo el periodista y escritor mexicano Javier Valdez Aguilar, en su libro ‘Miss Narco, belleza, poder y violencia’. Valdez -quien durante muchos años denunció la complicidad entre políticos y los narcotraficantes de su país- fue asesinado hace unas semanas a balazos cuando caminaba por una de las calles de Culiacán (Sinaloa), la ‘sucursal del infierno’.

Los pistoleros le dieron muerte a pocos metros del semanario ‘Riodoce’, que fundó hace varios años. En febrero pasado, Javier Valdez publicó una entrevista a un emisario de Dámaso López Núñez, el presunto sucesor de , el poderoso narcotraficante que dirigía el Cártel de Sinaloa, y que hoy está preso en Estados Unidos.

En su libro ‘Miss Narco’, Javier Valdez cuenta historias alucinantes, una más impactante que la otra, sobre varias reinas de belleza que con su glamour y hermosura se convirtieron en amantes o engreídas de capos del narcotráfico, amigos de ellos o familiares.

Desde niña Claudia Yahaira Osuna soñaba con ser reina del puerto de Mazatlán. Y su tío, un narcotraficante influyente, poderoso y temido, le hizo realidad su sueño. El capo no le compró la corona. Se la arrebató a su principal competidora, la también bella Alma Angélica Loaiza, cuyos padres carecían de influencias y dinero.

En la final de finales, Alma demostró más soltura, seguridad y facilidad de palabra. Tenía a su favor 344 mil votos, mientras que Claudia Yahaira 251 mil. Cuando se dieron los resultados, Yahaira conservó los 251 mil votos, pero Alma apenas tenía 121 mil 830. Se habían ‘perdido’ ¡222 mil 170 sufragios! Yahaira fue elegida reina de reinas ante la protesta del público.

¿Qué sucedió? Javier Valdez cuenta que el tío narco de Yahaira le puso el oscuro cañón de su pistola a cada uno de los familiares de Alma, quienes, aterrorizados, rompieron y desaparecieron los papeles de la votación.

En el libro también está la historia de una heroína llamada Alma Trinidad, una contadora que adoraba a sus tres hijos. Alma criticaba las manifestaciones callejeras que hacían los pobladores para que las autoridades controlaran el narcotráfico. ‘¡No tienen nada qué hacer, pónganse a trabajar!’, les gritaba.

Un día, cuando uno de sus hijos estaba de casualidad en la calle, dos bandos de narcotraficantes se agarraron a balazos. El joven recibió varios tiros y murió al instante.

Desde aquella vez, la madre se convirtió en una de las principales activistas que protesta en Sinaloa. El poder del narcotráfico no tiene límites.

Nos vemos el otro martes.

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