Juan Carlos Cortázar. (Foto: Piko Tamashiro/GEC)
Juan Carlos Cortázar. (Foto: Piko Tamashiro/GEC)

Por Juan Mauricio Muñoz  

Fue un gran año para el escritor Juan Carlos Cortázar (Lima, 1964): publicó en Perú ‘Cuando los hijos duermen’ y ‘El inmenso desvío’ con el sello independiente Animal de Invierno. Con el también sociólogo conversamos acerca de ‘El inmenso desvío’: un libro de cuentos que van desde un joven que quiere hacerse prostituto hasta el padre que sabe que su hijo es gay, pero nunca ‘sale del clóset’ por temor a su familia conservadora. El cuerpo, el homoerotismo y la homosexualidad siempre están presentes en estas ficciones.

¿La idea de ‘El inmenso desvío’ era guiarlo hacía el homoerotismo que se nota en casi todos los cuentos?
Yo escribo ficción desde hace muy poco años. Soy sociólogo de profesión. En 2010, comencé en un taller de escritura de narrativa en Argentina y siempre he escrito textos sobre el homoerotismo, la homosexualidad porque, simplemente, me salen. A veces me preguntan por qué no escribo sobre otros temas, tal vez el día que las musas quieran inspirarme, lo haré (risas). Tengo algunos cuentos sobre otros asuntos, sin embargo, esto es lo que me interesa. No pensé escribir un libro sobre el homoerotismo, pero fluyó.

¿Muchos cuentos quedaron fuera de ‘El inmenso desvío’?
Sí, mientras escribía ‘El inmenso desvío’ también se publicó una novela corta (‘Cuando los hijos duermen’). Los dos cuentos más largos (‘La embriaguez de Noé’ y ‘Animales peligrosos’) ya habían sido publicados en Argentina y Chile, y los reescribí para este libro. Luego, conversando con Lucho Zúñiga, editor de Animal de Invierno, fuimos dando estructura con varios ejes para que se publique ‘El inmenso desvío’.

En el cuento ‘Ocho metros’ planteas un gran problema que tienen las parejas LGBT en Perú: puedes haber convivido durante muchos años, pero cuando uno de los dos fallece, la familia del difunto-quien nunca se apareció en su vida-llega para quitarte todas las pertenencias, ¿crees que en una sociedad machista y homofóbica como la peruana esto cambie en algún momento?

En Perú ocurrirá como sucedió en Chile y Argentina: un matrimonio civil o unión civil. Es muy cierto que ahora hay una movida conservadora muy fuerte, pero al final se impondrán los derechos. Sobre el cuento ‘Ocho metros’: me gusta poner énfasis en mostrar más que en decir, que el lector interprete. Es complicado. Lo paradójico es que a la persona que vivió como gay, aunque la familia no le ponga nombre, se le margina, no se reconoce su vida como pareja, pero cuando se mueren, allí sí, los bienes son de la familia del difunto. Es una experiencia bastante recurrente.

Juan Carlos Cortázar. (Foto: Piko Tamashiro/GEC)
Juan Carlos Cortázar. (Foto: Piko Tamashiro/GEC)

¿Cuánto hay de Juan Carlos Cortázar en ‘El inmenso desvío’?
Creo que todos los que escribimos nos utilizamos como pararrayos. La única forma de conectar con las sensaciones de los lectores es acudiendo a tu propia experiencia de mirar. No es que existan experiencias personales o haya intentado hacer autoficción. Los escritores somos como aves carroñeras, vamos picando, buscando, mirando, utilizamos todo lo que nos rodea. Es la única forma de conectar.

En ‘Darío detrás de la puerta’, el personaje principal-Darío-sabe que su hijo-Saúl- es gay, pero no le dice nada porque conviven en una familia conservadora. Lo irónico es que Darío trabaja en un hostal donde pasa de todo.

Los hostales me parecen un espacio delicioso. Pasan cosas feas, bonitas, extravagantes, etcétera. La gente va a gozar. Mi editor, Lucho Zúñiga, recomendó que 'Darío detrás de la puerta' sea el cuento inicial de ‘El inmenso desvío’. Es la dificultad de muchos padres que quisieran que los hijos confíen en ellos. Más que un tema de pudor conservador, es un tema de pudor de padre.

Es como decir Darío detrás de la puerta, Saúl detrás del closet.
Algo así. Es una experiencia universal de la paternidad, siempre hay un ‘detrás de la puerta’, hay un ir y venir que no es fácil, en este caso con el homosexualismo.

¿Cómo surgió el título de ‘El inmenso desvío’?
Es un verso de César Moro que dice “Libre en el inmenso desvío”. Primero está la idea de desvío porque nos dicen que los LGBT somos desviados, eso se retoma como un elemento de orgullo, y además es ‘inmenso’. “Libre en el inmenso desvío” era muy largo para el título, así que quedo así.

Juan Carlos Cortázar. (Foto: Piko Tamashiro/GEC)
Juan Carlos Cortázar. (Foto: Piko Tamashiro/GEC)

En ‘Era el pistaco’ además de ser un acercamiento al horror del terrorismo, también es sobre las creencias. Es un cuento que, tal vez, es muy diferente a los demás en ‘El inmenso desvío’.
Hay un deseo homoerótico entre la monja y la novicia. Paradójicamente, parte de esa historia surgió de una anécdota bastante cercana. Yo viví a inicios de los 90 en el distrito de Independencia. Hacía trabajo pastoral en una iglesia, y en un momento sucedió algo muy extraño: una monja corrió a toda velocidad en el auto que manejaba porque una de las chicas decía que la estaba siguiendo el ‘pistaco’. En esos años en Lima había bastantes temores por el terrorismo; fantasías sociales en la periferia de la capital como el ‘pistaco’ o en la clase alta circulaba la historia que era mejor no organizar una parrillada porque se metía gente de los conos a robar la carne. Yo descubrí Lima durante el terrorismo. Es algo que me hizo notar Ricardo Sumalavia. 

¿Cómo te organizas para escribir?
A partir de una imagen, luego estructuro el texto, sin detallar demasiado, el cual me sirve como punto de referencia. Voy escribiendo cada párrafo y corrijo, en general me gusta corregir. No tengo ningún rito particular ni horario. Trato de escribir o leer o, por lo menos, leer todos los días. Para mí leer y escribir es parte de lo mismo.

Eres muy crítico con la iglesia católica, sin embargo me llama la atención cuentos como ‘Epifanía’ y ‘Era el pistaco’ donde está muy presente la religión.
Hay dos ejes grandes en ‘El inmenso desvío’: el de las relaciones de hombres y mujeres mayores con jóvenes como es el caso de ‘Epifanía’. Y el otro es el eje de la relación entre el homoerotismo y el imaginario artístico católico. Es un mundo de Cristos maravillosos donde la corporeidad es muy sadomasoquista. En el libro me interesaba explorar la relación entre el homoerotismo y el arte católico donde la imagen del cuerpo es importante. Quería escarbar sobre este tema. De otro lado, está la experiencia católica, represiva contra el homoerotismo. Son muy contradictorios, pero justamente, ese es un gran espacio para abarcar en la literatura.

¿Estás preparando otro libro?

Estoy trabajando en una novela. Siempre trato de dar lo que escribo a gente que aprecio mucho su literatura. En el caso de ‘El inmenso desvío’ me ayudaron con su lectura crítica Ricardo Sumalavia en Perú; Luis López-Aliaga en Chile y Lucho Zúñiga como editor. Es indispensable porque no tenemos la capacidad para saber qué hay oculto en nuestros textos. La corrección y la lectura por terceros son importantes porque te obliga a considerar otro punto de vista.

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