Máximo García, el adulto mayor que produce café aromático y orgánico en la región Junín. (Pensión 65)
Máximo García, el adulto mayor que produce café aromático y orgánico en la región Junín. (Pensión 65)

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Todos sus sentidos se agudizan cuando siente el inconfundible aroma de su café. Apenas lo percibe, respira hondo, intentando no perderse ni un solo halo de humo de la bebida caliente. El primer sorbo es mágico. Mientras lo bebe, cierra los ojos para que su mente se concentre solo en el delicioso sabor de su producto. Cuando los abre, su mirada brilla, revitalizada. Una taza de su café es para él un placer del tamaño de su nombre: Máximo.

De hablar campechano y carácter afable, Máximo García Orosco, usuario de Pensión 65 y uno de los adultos mayores más queridos del distrito de Llaylla, en la provincia de Satipo, lleva dos años produciendo el café Taytallay. La venta del producto se da por ahora en el ámbito local, pero el emprendedor de 69 años apunta a lograr que su café traspase las fronteras de la región Junín.

“Bautizamos a nuestro producto como café Taytallay porque es la mezcla del vocablo quechua tayta, que significa padre o señor mayor, y el nombre de nuestro distrito, Llaylla”, explica Máximo, saboreando el oscuro elíxir. Acompañado por su socio Ignacio Untiveros Llanco, de 70 años, fundó la pequeña empresa Gallito de las Rocas, que aspira a ganarse un nombre entre las iniciativas cafetaleras rurales más prominentes de la selva de Junín.

Nacido en el distrito Santo Domingo de Acobamba, en la provincia de Huancayo, Máximo tiene un feliz matrimonio, cinco hijos y tres nietos. Verlo trabajar pulcramente dentro de la planta de producción de café de la Municipalidad Distrital de Llaylla, inspira confianza. En cada paso del proceso pone en práctica todos los protocolos de bioseguridad y no deja cabo suelto. La excelencia es su sello.

De la chacra al procesamiento

A los 41 años llegó a Llaylla, una localidad verde y calurosa como todas las de la selva central, sin pensar que casi 30 años después se convertiría en su propio jefe. Conoció a Ignacio –también venido de otra zona de la región Junín– trabajando en chacras, donde aprendieron los secretos del cultivo y la cosecha de café.

Ambos vislumbraron que podían ir más allá de producir granos de exportación, es decir, materia prima, para una cooperativa agraria; y se enfocaron en desarrollar el producto final. Hoy, con el apoyo del gobierno local, exponen en ferias las bolsas de café Taytallay. Pero Máximo, quien también ha ganado concursos de crianza de ganado porcino, tiene habilidad innata para las relaciones públicas y él es el marketero de la empresa, de la que también forma parte Jorge Valero Campos, quien produce derivados del cacao. Los dos socios de Máximo también son usuarios de Pensión 65.

En la planta procesadora de café de la municipalidad, implementada por el Consejo Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida), Máximo se empodera y cumple cada paso del proceso con profesionalismo. Primero coloca en la descascarilladora los granos de su cosecha, luego selecciona los mejores antes de ponerlos en la cernidera. Posteriormente centra su atención en la tostadora y el molino para, finalmente, pesar y embolsar el café.

“Si yo no tomo mi tacita de café, en el día ando de mala gana. El café transforma mi ánimo, y como siempre lo tomo, entonces paro feliz. Tomar mi cafecito es para mí un verdadero placer”, confiesa Máximo antes de servirse otra taza.

DATO

  • PEDIDOS de Café Taytallay, producido por Máximo García Orosco e Ignacio Untiveros Llanco, al 984482067.

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