Alberto Fujimori pidió a"las autoridades competentes" a tener "un mínimo de sensibilidad y cuidado con su hija Keiko. (Foto: GEC)
Alberto Fujimori y Keiko Fujimori

Por: Miguel Ramírez / Periodista de investigación

El año 2000, el entonces presidente le encargó a su asesor de seguridad, Vladimiro Montesinos, captar a congresistas opositores para seguir controlando el Congreso. Montesinos, plata en mano, reclutó a varios y hasta los grabó cuando los sobornaba.

Diecinueve años después, en julio pasado, , desde su prisión, mandó un mensaje a los ‘Avengers’, el grupo de disidentes fujimoristas que lideraba su hermano Kenji en contra de ella.

“Necesitamos unirnos. Todos sus casos los vamos a archivar. Olvídense de todo. Vamos a tomar el Tribunal Constitucional y luego vamos por los fiscales del caso Lava Jato”, fue la directiva, según contó uno de los miembros de ese grupo.

Los disidentes se olvidaron de principios y valores que pregonaban, y aceptaron la propuesta. Marvin Palma, un ‘avengers’ gris y sin cancha política, fue elegido miembro de la Mesa Directiva del expresidente Pedro Olaechea.

Estos dos acontecimientos muestran que, tanto el padre Alberto Fujimori como su hija Keiko, no dan puntada sin hilo. Eso lo demuestran las tres cartas que ambos se enviaron la semana pasada, desde sus celdas.

El exmandatario escribió “algunas personas interesadas han venido desuniendo a mi familia, perjudicando con esto hasta el movimiento que yo mismo fundé”.

Al día siguiente, Keiko respondió: “No es la primera vez ni será la última que algunos intenten separarnos, pero hoy más que nunca estoy convencida de que estar unidos es lo más importante. Ha llegado el momento de volver a empezar”.

Diversos analistas aseguran que los Fujimori ya empezaron la campaña electoral del 2021. No les interesa la del 2020, como el viernes escribió la misma Keiko. Según gente de su entorno, Keiko está segura de que el Tribunal Constitucional (TC) le concederá libertad, y a partir de allí no parará hasta el 2021.

Hay razones para sospechar de su confianza. Aunque lo niegue, el presidente del TC, Ernesto Blume, ha expresado su simpatía con ella. La semana pasada, Blume y José Luis Sardón, otro tribuno de conocidas simpatías fujimoristas, votaron para que el ¡Congreso disuelto se reactivara!

Aún si viviera, ni el mismo Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, podría descifrar el actuar de este clan familiar.
Cuando era una joven, Keiko abandonó a su madre y se fue con su padre a gozar del poder y las gollerías. Luego, Alberto cayó en desgracia y acabó preso. Keiko forjó su propio camino político y en dos oportunidades casi logró ser presidenta.

Después de su segundo fracaso del 2016, Keiko destruyó al presidente Pedro Pablo Kuczynski y se volvió enemiga de su propio padre. Su hermano Kenji consiguió sacarlo en libertad, pero ella, lejos de agradecerle a PPK, lo atacó sin misericordia y lo obligó a renunciar a su cargo.

Resulta que ahora intercambian emotivas cartas, dignas de una mala novela. A otro lado con ese cuento. Nos vemos el otro martes.

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