POR: MIGUEL RAMÍREZ / Periodista de investigación

La Dirección Nacional de Inteligencia (DINI) –el otrora tenebroso Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) de Vladimiro Montesinos- se ha convertido en el principal soporte de información y de operaciones del presidente Pedro Castillo. En ese organismo se cocinó el inconstitucional decreto que, el martes 5 de abril pasado, pretendió recortar la libertad de limeños y chalacos por 24 horas.

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El jefe de esa entidad, el mayor PNP (r) José Fernández Latorre –cuyo único logro fue ser comisario de Tacamba, en donde conoció a Castillo-, tiene una oficina especial al lado del despacho presidencial. Allí también opera Henry Shimabukuro, designado oficialmente como el enlace de la DINI con Palacio de Gobierno.

Este funcionario es un constructor desconocido en el mundo de inteligencia. Su familia es dueña del famoso club nocturno ‘Las Cucardas’. En el 2016, denunció a los hermanos Fujimori de deberle S/ 300 mil por la construcción de un almacén.

Pero Fernández Latorre y Shimabukuro son solo enlaces. Los hombres de inteligencia no dan la cara y menos entrevistas. Los ‘cerebros’ están en la central de la DINI, en Chorrillos. Allí tienen vital preponderancia el controvertido general EP (r) Gustavo Bobbio Rosas, íntimo de Antauro Humala, y otros oficiales en retiro de la Marina, amigos del congresista Jorge Montoya y del ministro de Defensa José Gavidia, también exmarinos.

En reiteradas oportunidades, periodistas que manejan fuentes de seguridad –como este columnista- han informado que dicho grupo también lo integran dos agentes de la Dirección de Inteligencia de Cuba (G2), al mando del embajador de ese país en Lima, Carlos Rafael Zamora.

‘El Gallo’ Zamora, quien llegó a Lima en diciembre, es un viejo hombre de inteligencia que ha fungido de embajador en los países en donde el Gobierno cubano ha querido imponer su ideología comunista, que admiran Pedro Castillo y su mentor Vladimir Cerrón. El grupo lo completa su esposa Maura Isabel Juampere Pérez, experta analista de inteligencia.

Las últimas acciones de Castillo, enfrentar al Congreso, a los ricos con los pobres, decretar la inmovilidad en Lima y Callao, los consejos de ministros descentralizados en zonas andinas (que son propaganda para su Gobierno), el recorte del impuesto al combustible y los principales alimentos (que luego nos traerá consecuencias económicas), tienen la marca de Zamora.

Enrique García Díaz, un exoficial de inteligencia cubano que trabajó con él, le dijo en febrero pasado al conocido periodista Carlos Paredes, de la revista ‘Caretas’, que “la misión de Zamora y su equipo es primero brindarle asesoría política y de inteligencia al Gobierno de Pedro Castillo y, después, radicalizar su postura en dirección de la extrema izquierda con la meta principal de lograr el cambio a la Asamblea Constituyente, a la medida, como garantía para convertir al Perú en una dictadura comunista a su imagen y semejanza”.

Lo dice uno de sus hombres de confianza que desertó en Ecuador cuando Zamora era embajador en ese país. ¡Avisados estamos! Nos vemos el otro martes.

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