Christian Cueva llegó a Lima por temas familiares
Christian Cueva llegó a Lima por temas familiares

Por: Carlos Bernuy  ()

no hace distinciones: podrá celebrar 'Halloween' y 'Día de la Canción Criolla por igual. En uno llevará el disfraz del hombre que tropieza siempre, y en el segundo usará un 'cajón', pero no de música sino uno en el que parece velará aquellos sueños de ser una verdadera estrella de fútbol. El volante de 27 años parece haber colmado y mirará por TV los últimos amistosos de la .

Christian Cueva solo ha jugado 16 partidos desde que llegó al poderoso Santos de Brasil. Los paulistas hoy solo desean pagarle el pasaje de regreso a Rusia. No marcó ningún gol, nunca se comprometió con el equipo, , tuvo tardanzas y justo cuando el club brasileño le había dado una última oportunidad. Un desastre total.

Quienes defienden a Christian Cueva con frases como "es el distinto de la selección", "cuando se echa a jugar marca la diferencia". Falso. Con la 'Blanquirroja' suele aplicar el 'fulbito', el toque intrascendente y vive colgado de una buena jugada ante los lentos defensas de Nueva Zelanda en aquel repechaje del 2017.

Fue titular muchas veces más por la que por su propio mérito y en los últimos 35 partidos con la 'bicolor' anotó solo seis goles (dos en amistosos). Además, sin él, la selección pasó a jugar con un volante más de marca y fue un acierto.

Pero si dentro de la cancha Christian Cueva no aporta, fuera se sigue hundiendo y cree que colocando mensajes en Instagram con la familia apaga el incendio. Parece poco probable ver a Cristian Benavente . Cueva sí lo hizo, esa es la diferencia entre un jugador de fútbol y un 'pelotero' con suerte.

Por eso uno está jugando contra Neymar y Mbappé y el otro . Christian Cueva desperdició las chances que le dio el destino de ponerse la camiseta de los históricos Sao Paulo y Santos y quizás en un corto tiempo lo veamos volviendo a jugar en César Vallejo, de donde alguna vez también salió por indisciplina.

Parecemos testigos del ocaso de un jugador, que pide ayuda sin decirlo, que grita auxilio desde la equivocación y parece que hasta quienes lo quieren ayudar no pueden sacarlo de aquella cueva, en la que a entrado y parece no querer salir.

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