¡Ayayay! Estoy feliz, feliz de la vida, les confieso. Hice las paces con Juan Vargas, , que viene rayando en Trome. Le arranqué varios secretos que han dado mucho de qué hablar en las redes sociales y causó el rebote de sus declaraciones en todos los medios, ¡todos! ¡Faltó que salga en !

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Ahí volví a ver al ‘Loco’ tierno, al que hace sus travesuras, el que siempre lleva un niño adentro. Estoy feliz de la vida, decía. Ahora que se acerca la Navidad, me acordé de cuando yo era un chibolito en mi rico Corongo City y me afloró el ‘Cutito’ que también es parte de mí.

A estas alturas, mi gente, ustedes saben que soy grandazo, pero llorón. Muy sensible, sentimental, me emociono rápido. Me pongo nostálgico en estas fechas que me recuerdan mi infancia. Se me hace un nudo en la garganta.

VER A UN ÍDOLO TE CAMBIA LA VIDA DE NIÑO

La cosa es que recordando mis tiempos en el barrio que me vio crecer, de las palomilladas que hacía como todo niño, vino a mi mente aquella vez cuando el gran Teófilo ‘Nene’ Cubillas bajó a mi zona a visitarnos. Estar cerca de una leyenda del fútbol peruano y que llegue a tu cuadra fue lo máximo.

Fue una algarabía tremenda como cuando visitan hospitales o albergues. O, sin ir muy lejos, que Paolo Guerrero, Christian Cueva o mi nuevo sobrino llegaran a distritos alejados de mi lindo Perú. Imagínense cómo estarían esos niños viendo de cerca a sus ídolos, si esos ‘monstruos’ de la selección estuvieran a su lado, tomándose fotos y peloteando juntos. ¡¡Asuuu, sería lo máximo para esos pequeños!! Yo me sentí igualito cuando vi al ‘Nene’, el máximo goleador peruano en los mundiales de fútbol.

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Ese día se desató una locura entre todos los vecinos de la cuadra y alrededores del Callao. La expectativa fue muy grande, la gente se alborotó demasiado, parecía que llegaba una estrella del rock. Fue la sensación la presencia de Cubillas. Un mundialista que todo el mundo hablaba sobre él. Lo recuerdo como si hubiera sido ayer.

Cubillas fue a la casa de Tony Alguedas, que jugaba en el primer equipo de Alianza Lima y Teófilo era su padrino. Todo el mundo se pasó la voz, corrían de un lado a otro para ver de cerca al ídolo de los peruanos. Mi gente, mi sangre, ustedes me conocen, no tengo porque exagerar. Al César lo que es del César. ¡¡¡Cubillas, un mundialista en Corongo!!! Como toda estrella, llegó con seguridad, no era para menos. De lo contrario hubiera sido imposible que pueda salir de la zona.

TEÓFILO CUBILLAS REVOLUCIONÓ CORONGO

Con toda la gente apostada en los alrededores, trepando por cualquier pared para poder verlo en medio de un mar humano. Yo era niño, pero siempre he sido un poco más alto que los de mi edad. A pesar de eso tuve que trepar un muro y logré la hazaña de verlo. Fue impresionante, quedó grabado en mi disco duro para siempre, lo máximo haber visto de cerquita a una leyenda del fútbol. Como si hubiera visto al Papa.

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Desde aquella vez dije que, si llegaba a ser alguien en la pelotita, también llevaría algo de alegría a mi barrio. Porque la emoción es tremenda cuando algún conocido, popular o figura del país, se acuerda de la gente pobre. Más en estas fechas.

No soy un Teófilo Cubillas, lo sé. Tampoco soy mundialista, pero soy un chalaco sentimental y ya estamos coordinando con mi gente de la producción de para realizar la chocolatada acostumbrada por Navidad. Así que agárrense y recuerden que la fe es lo más lindo de la vida. Nos vemos el próximo lunes.

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