Mi gente, soy y estoy triste. Mi fe está ahí, pero el dolor controla todas mis células. Me pesa la mandíbula, se me aguan los ojos, el vértigo de la esperanza arrancada de cuajo no se va. Mi regreso de Doha, tras la , fue muy doloroso. Pero hay que seguir, mi gente.

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Ya habrá el momento de poder ver el tema con mayor profundidad, es necesario. No lo duden. Mientras tomo mi vuelo de retorno, aún en Doha, Huachano me dice que tenemos una parada en , capital de Turquía. La espera sería de varias horas. Eso me volvió más loco todavía.

Es que creo que todos nos volvimos más susceptibles, más sensibles, tras la derrota de Perú. Pero muchas veces Dios te pone pruebas y uno reacciona.

Y eso dio pie para que, en lugar de esperar muchas horas en el aeropuerto, irnos por una aventura hasta una isla llamada Buyukada, la mayor de las islas Príncipe.

CUTO, ASIA A UN LADO Y EUROPA AL OTRO

Un ida y vuelta para disfrutar de una isla paradisiaca muy visitada por turistas de todas partes del mundo. La verdad es que me sirvió para desconectarme, para relajarme y para recargar las energías positivas.

Recorrer esa isla me hizo que pasara por mi mente una serie de películas, sobre todo al momento de viajar en un ferry y tener al frente dos continentes. Dos gigantes. Asia por un lado y Europa por el otro.

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Me sentí un explorador, por ahí escuché que antes esta ciudad se llamó Constantinopla. Y mi mente alucinó.

Clasecitas de Geografía: Estambul comparte con ambos continentes el estrecho del río Bósforo. Surcar sus aguas y apreciar ambos lados es maravilloso. Me cayó a pelo para procesar todo, como dicen en el barrio.

CASI ME QUEDO LAVANDO PLATOS EN BUYUKADA

Buyukada nos regala una linda vista. Hace que uno se imagine mil y una historias. Recorro sus callecitas de película, un ambiente totalmente alejado de todo bullicio. El transporte urbano caótico no existe aquí.

Pero esa isla bonita y amigable tiene su zona ‘carioca’, su zona carolina. Así, nos bautizaron en un restaurante donde me comí un rico pescado de la familia del lenguado y al momento que vino la cuenta me cobraron como 150 dólares. Solo por ese plato.

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Tuve que recurrir a mi compadre Kike Paravicino para pagar la cuenta, de lo contrario me hubiera tenido que quedar trabajando para pagarla. Ya me veía lavando platos y perder mi vuelo, jajaja.

Siento que acá me hicieron lo que no pudo hacerme . Estas anécdotas me recordaron que el dolor pasará, que la vida sigue y que . Ante todo y contra todo.

Mañana sigo con mi historia de Estambul. Y este viernes, mi programa . Porque la vida sigue, mi gente. ¡Vamos con fe!

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