¡Mi gente! Aquí, . ¡¡Qué envidia sana me da ver a los clubes haciendo sus pretemporadas!! Los jugadores corriendo, sudando en el gimnasio, concentrando. ¡¡Ah, cómo extraño esos tiempos llenos de historias, anécdotas, relatos!! Pero bueno, mis años en la pelotita ya pasaron. Ahora la estamos rompiendo en una nueva faceta gracias a la multiplataforma de .

LA FE DE CUTO | Waldir Sáenz: “Pensaban que me gustaba el trago y no es así, era callejero”

Mientras reviso las noticias veo y leo que las pretemporadas ahora son más exigentes por la . El trabajo que se hace ahí es clave para que los futbolistas inflen bien las ‘llantas’, las piernas. Eso es básico para tener un buen año.

Sobre ese trabajo físico se va a sostener toda la campaña del año. Así de simple. Yo recordaba esas épocas, acostado sobre mi cama, mientras mi ‘Mamá Prince’ me sirve un rico pescadito frito acompañado con su zarza de cebollita, tomatito y su buena porción de lentejas.

Prendo mi Smart TV para relajarme un rato y me encuentro con la pelicula ‘Milagros inesperados’. Un moreno alto, ‘chapado’ como si fuera un camión, hacía cosas inexplicables y curaba a las personas. Ese es el personaje al que, según el.

EDUARDO ESIDIO, SU HISTORIA

¡En fin! Entre recuerdos de pretemporada y lo que pasaba en la televisión, vino a mi mente lo que viví en 1998 con un gran amigo, con el que compartí el camino hacia el tricampeonato con Universitario.

Un año antes, el brasileño Eduardo Esidio llegó al Perú y tuvo una interesante participación en el club Alcides Vigo, hizo varios goles y despertó el interés del presidente crema Alfredo González, quien lo contrató para la temporada 1998.

Se inició la pretemporada en el cuartel de la FAP en Las Palmas, Surco, lo recuerdo bien. Éramos una banda. El técnico de ese año fue el argentino Osvaldo Piazza, su asistente Omar Jorge y su preparador físico Alejandro Vasallo, quien hoy es el hombre bravo en las menores en Boca Juniors.

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Volviendo a la pretemporada de ese año, pasábamos ‘rancho’ y dormíamos en los camarotes de los pabellones donde los soldados y personal de la Fuerza Aérea del Perú hacían sus trabajos o su preparación. Fueron unos días tan exigentes que muchos sufrimos los estragos de los trabajos, a veces terminábamos vomitando por tanto esfuerzo.

Con mi hermano Eduardo, hubo click apenas nos conocimos. Hubo química, física y aritmética. De inmediato establecimos una linda amistad. Compartíamos la misma habitación o pabellón, fui su guía personal para que conozca a los demás compañeros.

CÓMO DEVOLVIERON A ESIDIO A BRASIL

Los exámenes médicos son lo primero que se realiza en una pretemporada. Luego viene lo bravo. Paralelamente se va trabajando mientras que el cuerpo médico va esperando los resultados de los distintos exámenes que, por lo general, se toman en los primeros días de trabajo.

Ya habíamos realizado unos días de entrenamiento hasta que un día nos preparábamos para descansar, hacer la siesta. Es que después del almuerzo teníamos que entrenar en el segundo turno por la tarde. Todo había estado bien cuando de pronto, veo que se acerca el cuerpo médico de Universitario a hablar con Esidio.

Luego de unos segundos, vi el rostro desencajado de ‘Edu’.

Al instante, por instinto, uno se da cuenta. Tenía la cara de una persona que había recibido una mala noticia. En eso lo veo haciendo sus cosas para irse. No me aguanté más y le pregunté: “¿Qué pasó Eduardo?”. Y él me responde: “Amigo ‘Cuto’, un familiar está muy mal, anda grave. Me tengo que ir a mi tierra”.

Solo me quedó consolarlo, darle ánimos y evitar más preguntas: “Vaya con tranquilidad, hermano, acá lo esperamos”. Pero el hombre estaba devastado. Fui testigo de ese momento y sinceramente fue terrible, más aún sin saber lo que en realidad estaba pasando.

En ese momento nadie sabía del caso. Todos en verdad pensábamos que Esidio tenía problemas familiares muy complicados. Hasta regresó a Brasil. Pero unos días después, ante su sorpresiva salida de Universitario de Deportes, los periodistas comenzaron a investigar hasta que estalló el tema en los medios de comunicación. A mi nuevo amigo le habían detectado VIH.

EL REGRESO TRIUNFAL DE EDUARDO ESIDIO

El caso de Eduardo Esidio conmovió al Perú y al mundo. Luego se convertiría en el primer futbolista profesional con VIH en jugar en alta competencia, pero antes debió pasar una tormenta, sobre todo mediática.

La abogada Clementina Carrasco, hermana del exdirigente Otto Carrasco, se encargó de ver el caso. No exagero cuando digo que la noticia fue portada en varios medios. Hasta de Argentina vinieron de la revista ‘El Gráfico’, la mejor revista de fútbol del mundo en esa época, para hacerle un reportaje. En los programas dominicales le dedicaban grandes despliegues a su historia.

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La cosa fue que Clementina Carrasco hizo valer los derechos de Eduardo Esidio. Se respetaba el contrato con Universitario de Deportes o les hacía juicio por discriminación. ‘Edu’ se quedaba con nosotros.

El cuerpo médico nos dio una serie de charlas sobre cuidados y desbarató una serie de mitos y verdades que en ese momento se habló sobre el virus que generaba el sida.

Esidio tomó un vuelo y regresó al Perú y se puso a órdenes del entrenador. Luego de que el cuerpo médico del club nos dio las charlas, recibimos a ‘Edu’ con los brazos abiertos. Siempre lo respaldamos, en todo momento. El reencuentro con él fue muy emotivo.

LA GLORIA DE EDUARDO ESIDIO: UNA HISTORIA DE FE

El resto de la historia ya es conocida. Él fue parte del plantel que logramos el título del 98, 99 y 2000. Fuimos tricampeones. Y mi gente, la historia de Esidio es digna de ser destacada. Es también una historia de fe, de derribar prejuicios y de unión.

No solo logró los tres títulos con Universitario, sino también logró el título del Centenario con Alianza Lima. Creo que su destino estuvo escrito por Dios. Serán inolvidables sus festejos de gol tomando sus chimpunes haciendo el gesto que estaba hablando al cielo, llamando a Dios.

Sus celebraciones eran un tributo a ‘Papalindo’ por permitirle seguir dándole a la pelotita a pesar de todo. Y que como siempre digo: La fe es lo más lindo de la vida. Tan lindo y rico como el pescadito frito que me prepara mi ‘Mamá Prince’.

Amigo Eduardo, nos enseñaste mucho. Te quiero. Nunca me convenciste de ir a tu iglesia, pero siempre te tengo presente. Diste grandes lecciones de vida, de humildad, de fe, de cómo ser buena persona.

Mi gente, nos vemos el próximo lunes con una nueva columna. Y el viernes, no se olviden, la segunda parte de la entrevista a Waldir Sáenz.

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