Mi gente, aquí . Estoy cada vez más emocionado y feliz por el recibimiento y la acogida que me han dado todos mis lectores y seguidores de ‘La Fe de Cuto’. No soy de presumir, pero el programa en la multiplataforma de está rayando gracias a mi gente. Hoy les voy a contar la historia de los grupos que se formaban en la interna de Universitario, en especial de ‘La Tribu’, que estaba conformada por jugadores cremas de ‘color serio’. Así le llamamos a mi grupo donde había harto ‘chocolate’, picardía, barrio, sangre y hermandad. Cuando me suben al primer equipo uno siempre empieza nervioso, escuchando y siguiendo los consejos de los ‘pesos pesados’.

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Aún era ‘Cutito’, un cachorro y debía respetar. Ya para 1998, comencé a agarrar fuerza. A ganarme mis galones y marcar mi territorio. En un equipo de fútbol, que suelen ser entre 28 a 34 jugadores, siempre se arma subgrupos. Como en todo trabajo. Te puedes llevar bien con todos, pero algunos son tus ‘chocheras’, tu collera, con los que haces mil cosas y todo queda entre ustedes. Y en la ‘U’ no era la excepción.

Aclaro que el plantel no estaba dividido, no, no, no, nada de eso, solo que siempre uno tiene más afinidad con algunos. En mi grupo estábamos: Roberto ‘Foca’ Farfán, Rafael ‘Furúnculo’ Gallardo, ‘Pachito’ Guzmán, César ‘Fierro Viejo’ Charún, Eddy ‘El Diablo’ Carazas, Jorge Lozano, ‘Agapito’ Borda y este pechito entre otros. Todos éramos de color serio y nos llamaron ‘La Tribu’.

Pero no éramos los únicos. Había otros grupos como ‘los extranjeros’ donde estaban Óscar Ibáñez, Gustavo Falaschi, Mauro Cantoro, Gustavo Grondona, entre otros. También se encontraban ‘Los Religiosos’ que lo integraban: Eduardo Esidio, Juan Pajuelo, Fernando Del Solar y César Casas. Y no podía faltar el de los peruanos, liderados por José ‘Puma’ Carranza, Edson ‘Cheta’ Domínguez, aunque en la interna el ‘Puma’ le decía ‘Chris’ por su parecido con el cantante Cristian Castro, y los demás deportistas.

LA TRIBU DE ALFREDO

Fue el presidente Alfredo González, quien nos bautizó como ‘La Tribu’. Con su chispa y la calle que tenía vio que todos los integrantes eran de color. “Estos parecen una tribu, desde ahora se llamarán así”. Así nació nuestra facción. Pero también éramos un dolor de cabeza para los dirigentes y cuerpos técnicos. Una de las cosas que solíamos hacer era sacarle la vuelta a la comida de la concentración, sobre todo a la cena. Debo admitir que no era lo mejor, quebrar las reglas y disciplina no es algo que recomiende, pero no estoy para ponerme en ese plan a esta altura de mi vida.

El grupo estaba cansado de lo soso de la comida. Siempre era lo mismo. Y sinceramente el deportista se cansa. La tía Margarita cocinaba muy rico, era lo máximo, pero ‘La Tribu’ quería comer pollo a la brasa. Ustedes saben, uno extraña nuestra rica cocina. La cena empezaba y la tía Margarita se paraba al frente de nuestra mesa para vernos comer. Ella intuía que algo estaba pasando. “¿Qué sucede? ¿Por qué no comen todo?”, nos decía. Nosotros, muy serios, le respondíamos que estábamos devorando todo. Pero la verdad es que hacíamos el amague. Ya teníamos un plan. A Jorge Lozano, un juvenil, le decíamos el asesino de la comida, le pasábamos todos nuestros platos para que les diera curso.

Era un barril sin fondo. Otro que también no perdonaba nada era ‘Pachito’ Guzmán. Una vez que hacíamos la ‘jugada’ íbamos a nuestra habitación, a nuestro bunker. A ese punto no entraba nadie. Era la zona exclusiva. Una vez quiso colarse Marko Ciurliza y ni bien pisó tierra negra fue expulsado por todos los integrantes. Siempre en la delantera con Roberto ‘Foca’ Farfán. “Acá solo hay lugar para los negros. Así que saca la vuelta”, y lo botamos en ‘mancha’. Lo bueno es que nadie se metía con nosotros, todos respetaban nuestra intimidad.

EL POLLO A LA BRASA, NUESTRA DEBILIDAD.

Una vez en nuestra habitación comenzábamos a hacer la chancha para comprar el pollo a la brasa. Todos nos apuntábamos. Pero había uno más duro que ‘poto de muñeca’, y de porcelana todavía. Ese era César ‘Fierro Viejo’ Charún. “César vamos a hacer chanchita para mandar a comprar pollo...”, le decíamos. “No, yo ya comí”, nos respondía.

Una vez que juntábamos el billete, nuestro delivery era Fernando ‘Chato’ Vidal, que trabajaba en la ‘U’. El hombre se iba y regresaba más rápido que en moto. Cuando llegaba el pollo a la brasa se abría y ese aroma que salía era espectacular, se nos hacía agua la boca, abría el apetito hasta de la persona más ‘duracel’ del mundo. Encima, que estábamos con el estómago vacío. Y nosotros empezábamos la faena. “Qué rico comíamos”. En eso los olores llegaban a las otras habitaciones que despertaba la envidia sana.

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Pero en nuestra habitación teníamos a Charún, que no había querido poner un ‘mango’, pero veíamos que se derretía por las papitas, el ajicito, las piernitas... “César, ¿no quieres un pedazo?”, le preguntábamos con segunda. Él decía: ‘Bueno, ya que insisten”. En eso la gente saltaba. “Eso sí, no. Pero para poner un sol, nada”, le reclamaban. “Pero ustedes me están invitando, ¿cómo les voy a decir que no?”, respondía.

Charún era famoso por ser devoto de la virgen del puño. Pero ‘La Tribu’ era una hermandad y lo dejábamos comer. Cada vez que como un pollo a la brasa me transporto a esos años maravillosos y recuerdo a mi grupo. Una sociedad donde no había envidia, donde todo era joda, solidaridad y mucha palomillada. ¡Qué rica época! Nos vemos el próximo lunes.

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