, exportero de y, contó una de las anécdotas que lo marcó en el inicio de su carrera, cuando solo tenía 9 años y que tuvo que ver con su madre defendiéndolo de un director técnico que le gritaba.

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En medio de un debate sobre fútbol de menores, durante el programa A Presión Radio, Roverano relató sobre el día que no aguantó las lágrimas luego que su propio director técnico le dijera que su equipo estaba perdiendo por su culpa.

“Mi vieja una vez entró a la cancha, mi vieja iba a las puteadas todo el día. Un día estábamos jugando contra Nacional por la Departamental. El primer tiempo íbamos perdiendo 2-1 y el técnico me grita: “Gustavo, estás regalando el partido”, señaló.

“Imagínate, tenía 9 años y yo empecé a llorar a mares en el arco. Mi madre, que estaba tomando mate en la tribuna, se paró y entró a la cancha caminando. El partido se paró porque entró mi madre. Yo vi que iba directo hacia mí y empecé a llorar más fuerte”, agregó.

Roverano contó que pensaba que su madre le iba a reprochar algunos errores que cometió durante el partido. Grande fue su sorpresas cuando vio que su irrupción respondía a sus intenciones de reclamarle al técnico con lisuras incluidas.

“Sácate la camiseta”, me dice. Me saco la camiseta, la garró con una mano, la otra me la dio a mí y nos fuimos fuera de la cancha. Fue directo donde el técnico, le tira la camiseta y le dice: “la camiseta te la metes en el c..., hijo de p..., a mi hijo no le grita nadie”, sentenció.

Gustavo Roverano y el día que su madre entró a la cancha para gritarle a un técnico
Gustavo Roverano y el día que su madre entró a la cancha para gritarle a un técnico. Video: A presión radio.

Leao Butrón y su peor blooper

El exarquero de Alianza Lima, , no se quiso quedar atrás y también relató un episodio que lo dejó marcado cuando era niño.

“Estaba en una convocatoria y habían como 100 niños. Me toca a mí y, antes el defensa te la podía dar y la podías agarrar, me la da el defensa y la pelota se me pasa por la huacha. Todos se c... de risa, papas, jugadores, todos”, contó.

“Me acuerdo la cara del técnico, que me dijo: “ya , hijo tranquilo”. Yo me fui caminando, volteaba y me seguían mirando riéndose. Me destrozó”, añadió.

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