Hola, soy Víctor Reyes, ‘Vitito’ para el mundo. Nunca fui goleador en mi carrera profesional, pero cuando anoté en la ‘selva de cemento’ me sacaron en andas. Cuando calentaba la pólvora, ‘mojaba’ más que y juntos. La historia de hoy en los ocurrió cuando ya retirado, viajé por ´chamba’ al interior del país y en un partido aparte me fui sin anotar.

Hace unos años, el comercial de ‘Ponte linda, bombón’ me arrancó algunas carcajadas. Aparecía un viejito ‘mañuco’ llamando feliz, quien desde la esquina de la farmacia le advertía a la hermosa señora Olga Zumarán que se prepare, porque ya había comprado su ‘vitamina’ con rebaja. Fue un spot que pegó, todos lo recordaban, algunos se sentían identificados.

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En aquella época, comprar la ‘pastilla azul’ parecía estar reservado para las personas de la tercera edad. Hoy ya nadie se ruboriza ni se paltea, porque es un recurso que consumen hasta chibolos de 25 años para ‘impresionar’ y asegurarse que no les falle su ‘representante’. Encima, las hay de varias marcas, en distintos precios. Una ayudita siempre es buena, nunca se niega. Cuando estás mal de la garganta, un antibiótico te cura. Cuando sufres de migraña, una Aspirina soluciona el problema. Cuando eres estreñido, un laxante te limpia el estómago. Cuando estás misio, metes un ‘picotón’ a un ‘causa’.

Yo pensé que a mí nunca me pasaría. Siempre me reía de esos que compraban su ‘vitamina’, hasta jodía a mis amigos. Yo, deportista, atlético, con buen físico, siempre hacía buenas faenas. Pero hace 10 años, cuando tenía 45 abriles, pasé la mayor de mis vergüenzas. Hice un viaje a Huaraz para presentar un proyecto deportivo y un cariño antiguo me esperó en la estación de ‘Movil Tours’.

Bajé a las 6:30 de la mañana y mi huaracinita, bien abrigadita, me recibió con tremendo chape. Me acarició mi rostro con sus manos suavecitas. Sus ojos me devoraban. Se agitaba con mi voz, pero solo pudimos conversar un rato. La cité para las 10 de la noche en un hotel ubicado frente a la agencia terrestre. Mi negrito lindo, te extraño, te extraño tanto...”, se despidió.

LOS EQUIPOS SALEN A LA CANCHA

Durante el día estuve de un lado a otro. Pensaba en esas palabras que me dijo antes de irme a hacer mis trabajos. En las reuniones, tomé unos traguitos cortos que me picaron. Hasta que se acabó la chamba. Ya era de noche, pedí un taxi y regresé a mi habitación. Mi ‘Chatita’, con su pantalón al ‘cuete’, sus botas, casaca de cuero y su pelito mojado, me esperaba sentada en el hall. Lista para que ‘visite’ el ‘Callejón de Huaylas’.

Como no había ascensor en el ‘tres estrellas’, subimos al cuarto por las escaleras. Allí, grada por grada, empezó el previo, el calentamiento antes de entrar a la cancha. El calor de ella hacía que no sintiera para nada el frío de estar en una ciudad de altura. Saqué la llave para entrar al cuarto, abrí la puerta y en apenas esos segundos me bloqueé. Ella atacaba por derecha, izquierda, el centro, metía tiros libres. Y yo con el arco vacío, ni fu ni fa.

Mi cerebro mandaba la orden, pero el ‘malcriado’ no obedecía. Trataba de concentrarme, pero el ‘pressing’ era asfixiante. Mi ‘bebé’ se sacó prenda por prenda, misma Demi Moore, en la película ‘Striptease’, y yo quietecito. Hizo lo mismo conmigo, estaba empiladaza hasta que se sorprendió al ver que ‘Vitito junior’ estaba en otra y parecía una tortuga metida en su caparazón.

FALLÉ CON EL ARCO VACÍO

Mi ‘Poderosa’ no se dio por vencida tan rápido, guerreó una hora, me bombardeó por todos lados y solo sentía cosquillitas. Hasta que se resignó y me tiró la toalla, se cambió y me sacó la fulera: Ya fuiste, ya estás viejo. Anda a la farmacia y usa tu tarjeta del ahorro, bombón”, y se fue sin esperar respuesta. Por primera vez humillaron al ‘Rey del catre’. No quiso escuchar que viajé 8 horas por tierra, que tenía más de un día sin dormir, que estaba estresado, la altura, el frío y con problemas económicos.

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Después de unos minutos, digerí la ‘derrota’ y me di cuenta que solo me veía como un objeto sexual. Quedé traumado y llegando a Lima busqué a un ‘personal’, pero antes pasé por una botica para asegurarme con mi ‘azulita’ por si defraudaba otra vez. No podía perder dos partidos seguidos. Felizmente, todo fue un susto. Esta vez sí estuve más descansadito y mejor concentrado. Volví a ser el mismo en el ‘Kariokos’ de Lince y no tuve necesidad de tomar mi ‘pastillón’, aunque lo llevé en mi billetera un buen tiempo. Hombre prevenido vale por dos.

Con el paso de los años, comprendí que es algo normal, nada del otro mundo. Las estadísticas aseguran que los laboratorios de estos productos son los primeros en venta en el planeta. Es el único ‘caramelito’ que te transforma en ‘Tarzán’, según los consumidores. Me pasó a mí, le pasó a un amigo, le pasa a cualquiera. Tú tampoco te paltees, porque sino te pueden tirar la toalla. Nos vemos el próximo jueves…

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