El muchacho está allí con su gorrita, polito y la mujer sentada en sus piernas. Le importa un comino el momento del club, le importa más su momento. . Ningún gol, ningún pase gol, nada en el fútbol, solo ‘ampays’. Pablo Bengoechea acaba de renunciar a la dirección técnica de Alianza Lima, el club está en crisis hace semanas y Jean Deza disfruta de la vida. Porque cree que eso es vida.

En plena pretemporada se pegó una juerga. Iniciando el torneo Apertura se pegó otra, luego se fue a un cumpleaños y ahora se divirtió por la noche en una piscina. La peor contratación de Alianza Lima en muchos años resume su paso por el club jugando a ser el ‘muchacho vivo’ que se luce con una mujer que será su tumba para el fútbol. Hoy no lo ve así, pero en el futuro lo lamentará.

El jugador de 26 años es nocivo para el club, para el plantel, para los hinchas, para casi todos menos para aquel grupo de hombres y mujeres a los que les paga la cerveza o el whisky. Su total indiferencia por lo que sucede a su alrededor es una ofensa para aquellos futbolistas aliancistas que se dan íntegros en las prácticas o los juveniles que se suben y bajan de micros buscando cumplir el sueño de estar en el primer equipo.

Quizás el jugador se 'comió' el cuento que "marca la diferencia" o que "es un jugador distinto". Por ahora lo único diferente que tiene respecto a otros es que lo han acusado de agresión física, de abandono de trabajo y de otras 'perlas'. Tan culpable es el jugador por lo que hace, como aquel que decidió su contratación y esa es una cicatriz para quien lo hizo. Mientras, allí está el delantero, saliendo en programas de espectáculos y colmándole la paciencia a quienes quieren al club.

Porque a Jean Deza, Alianza Lima le importa un carajo. Más le interesan su gorrita, su polito y su chica a la que le pone el trago. Esa es su vida.

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