(Foto: Allengino Quintana)
Miguel Company

POR: FERNANDO 'VOCHA' DÁVILA

Subimos por un ascensor antiguo bajo la atenta mirada de un portero que observa un programa en un televisor a transistores. Arriba nos espera Miguel Company, un técnico distinto y defensa en sus tiempos de futbolista. Esta es una charla con alguien que -podría decir- mira la vida en reversa al común de la gente.

¿De dónde nace tu amor por los cubanos?
Con la música y el tema de Nelson Pinedo, ‘Momposina’.

¿Eso fue todo?
También en 1958, cuando se iniciaba la revolución cubana, me llenó de simpatía.

¿Cómo fue tu encuentro con tu admirado Fidel Castro?
Era técnico de la selección de Cuba. Habíamos ganado el campeonato del Caribe jugando doce partidos y ganando todos. Entró con una bolsa en la mano: ‘¿Dónde está Company?’, preguntó. Cuando me ve, me abraza y dice: ‘Suena a yanqui su apellido, pero hay que quererlo’.

¿Eres un ‘caviar’?
Me suena a palabra despectiva, quien la menciona muestra una arrogancia y discriminación.

Has dirigido muchos equipos, pero eres hincha del ‘Muni’...
Admiraba a su arquero de esos tiempos: Luis Suárez, que a la vez era médico de niños. En esos tiempos no se les denominaba pediatras.

¿Querías ser golero como él?
Sí. No lo logré, mucho menos ser galeno.

¿Lo conociste?

Cuando él tenía 74 años, me agradeció que lo nombrara en todas mis entrevistas.

Hoy son tiempos de redes, antes se enamoraba cara a cara...
Había que galantear a la chica. Los tímidos le tenían miedo al ‘No’ y los arriesgados al ‘Sí’. Los rechazaban, perseveraban y a la declaración 101, la chica daba el sí. Se ganaba por cansancio.

¿Fuiste perseverante?
Vanidad aparte, nunca tuve que ser persistente.

¿Cuál era tu fuerte?
Muy jovencito empecé y siempre con personas mayores. A los 16 años ya vivía en pareja, en Chimbote, con una cubanita de 17, con papeles falsos.

No me has dicho tu ‘fórmula’...
El poder de la palabra. Sabía llegar a las chicas. Es un don que lo tengo desde muchachito.

¿Terrible desde chibolo?

Fui sacristán en el Puericultorio Pérez Araníbar, donde viví mi infancia. Ahora no soy creyente.

Te encanta viajar, ¿tips para turistas?
Cuando uno llega a una ciudad nueva, no puedes dejar de visitar los museos, mercados y prostíbulos. Allí encuentras la cultura.

¿Te iniciaste con una ‘chica de la vida’?
No, pero iba a los salones para charlar mucho con ellas y bailar.

¿Hoy vives solo?
La soledad me visitaba, un día abrí la puerta, estaba con sus cosas y me dijo: ‘Vine para quedarme contigo’.

¿Te gusta estar sin compañía?
La soledad buscada es agradable.

¿Te encierras?

Hace cuatro días que no salgo a la calle.

¿Y el amor?
A veces me visita.

Gracias, Miguel, es agradable charlar contigo...
A ustedes, siempre hablamos un poco de la vida. 

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