ROSAS Y ESPINAS

Un clon te puede hacer ver la vida a cuadritos. O darte ciertos gustitos y privilegios. Te cachetean. Te besan. Extremo a extremo. Algo así ocurrió en los 80. Un goleador de la selección y tenía un hermano muy parecido en porte, color, facciones y gestos.

Su ‘hijo’ menor, al que quería y protegía. A tal punto que le dejó su departamento y su auto deportivo del año. El joven, tapa de los diarios los lunes por sus goles con la blanquiazul, salía en ‘dupleta’ con otro atacante que ganaba por ‘Pepón’ en las discotecas y salsódromos de moda. La versión moderna Jefferson Farfán y Claudio Pizarro.

El mediático y el caleta. Ambos se acompañaban en la casa del crack que brillaba en Colombia. Pocas se les resistían y tranquilamente ‘campeonaban’ cada fin de semana. Una chibola, que atendía en un stand en Camino Real, se enamoró del morenito y la relación fluyó, pero de un momento a otro, el ‘íntimo’ cortó la relación y ‘desapareció’ por obra y magia de la tramposería.

Cuando el delantero del Atlético Nacional de Medellín vino de vacaciones, quiso comprar joyas y decidió ir al Centro Comercial de San Isidro, donde exponían las mejores marcas del mercado. Una mañana, con su esposa empezaron a visitar tienda por tienda del Mall.

En un momento, el ‘Tanque’ ingresó a un local de ropa deportiva, mientras su señora se probaba un vestido en otro establecimiento. De pronto una guapetona, muy emocionada, exclamó: “Mi amor, sabía que volverías, no sabes cuánto te extraño”. Se lanzó a sus brazos y lo chapó apasionadamente y con mordidita de labio.

El seleccionado se quedó helado, sorprendido, de una pieza. Y cuando iba a pedir explicaciones, le cayó un carterazo y varios golpes de su amada que le recordó hasta su quinta generación. El ‘9’ no entendía nada hasta que la señorita se dio cuenta de la equivocación: ‘Señora, perdone, me confundí, su marido es igual a un exenamorado’.

La mujer preguntó el nombre del ‘galán’ y, cuando la chica mencionó E…, entendió que se trataba de un error. La pareja más calmada enrumbó a su domicilio, donde el ‘hermanito’ quiso negar todo en un inicio, pero después reconoció su falta. “Está bien que te quedes aquí con tu amigo y uses el carro, pero por tu culpa casi mato a Guille…, así que te vas donde tus papás y, a las mujeres que llamen, les diré que no j…”.

Los de Puente Piedra miraron el suelo de la vergüenza, pero antes de despedirse el mayor cuadró a su sangre: “Negro, jugué contra ‘Panadero’, Arizaga, el tío Prado y otros macheterazos y nunca me pegaron tan fuerte como hoy. La cag…”. Por un clon a veces recibes golpes. Otras terminan en la cama. Los aires, ventarrones o parecidos, traen buenos y malos recuerdos.

PELEADOR SIN LEY

Diego Maradona, Zico y subieron al podio de los mejores de América en 1981. Elección del diario ‘El Mundo’ de Venezuela. Yo diría que hoy los tres conformarían la terna de ‘El Balón de Oro’. Extraterrestres. En la actualidad, sería el único 10 que les arrebataría algún premio, título personal o récord. Mi chip incorporado tendrá grabado por el resto de mis días sus nombres, exhibiciones y logros.

Julio César Uribe por calidad pudo colocarse la casaquilla del Barcelona de España, Bayern Múnich, Manchester United y sin ningún problema ni mueca. Por rebelde no fichó por un club top del planeta. Pero me basta y sobra con lo que me regaló en una cancha. Genio y macho.

Su lema: dame que te doy. Valiente y, como dicen en las esquinas, parador. Lo quisieron frenar con malintención o de floro. Uno de los que se ‘peló’ es Daniel Alberto Pasarella, campeón del Mundo con Argentina en 1978 y ‘carnicero’ titulado y con post grado. Mil batallas con Cristal y a nivel de selección. Pero el choque más violento ocurrió en Colombia, el 86.

La albiceleste de Carlos Bilardo y el ‘Pelusa’, antes de disputar la Copa del Mundo de México, pactó un amistoso con el Junior de Barranquilla. Aquella vez, ‘Checho’ Batista y el ‘Kaiser’ lo ‘rascaron’ sin piedad. A la cuarta falta fuerte, Julio César Uribe increpó al central que lo insultó. ‘Juega, boludo’. La respuesta vino con achoramiento: ‘Así son las cosas, perfecto, aquí estoy’.

En el siguiente ataque, el gaucho salió a la mala y recibió un cachetadón del peruano. El árbitro los expulsó y se amenazaron mutuamente. El limeño demostró que es boxeador y de Barrios Altos. ‘Abajo la seguimos (camarín) y nos matamos, a quien vas atarantar c…’.

El capitán de los rioplatenses lo vio mostro y arrugó: ‘Ya negro, todo queda en la cancha, para qué seguir’. Y para muestra que los ‘maleantes’ aflojan y solo son guapos en el campo, otra anécdota. El mexicano Javier Aguirre, en un Tecos-Guadalajara, levantó sin asco a nuestro compatriota y lo guapeó: ‘Negro maricón… no llores’. El cruce de palabras se puso picante: ‘Hijo de p…, no te quejes luego’. En un córner, Julio César Uribe le reventó la cara al exentrenador del Atlético de Madrid y suturaron la herida con siete puntos. El ‘Vasco’ no se quejó y ni pidió su cambio.

Todo ensangrentado se cuadró en su zaga. En un tiro libre, sin roche se acercó donde su agresor y con puñete en la nuca lo dejó privado. Roja directa y a las duchas. A los meses, la revancha y, en el primer encontrón, Julio César Uribe le dio el ‘vuelto’ al charro que prefirió ir al arreglo: ‘Negrito, juegas un chingo, así que haz lo que quieras, pero no vengas por mi lado, ya que no quiero pelear’.

Nunca le dio una rabieta por una patada, codazo o carretilla. Ni se tiró al piso gritando de dolor. Ni hizo su show. Ni se aniñó. ‘Nunca fui de pelear y patear, pero si me buscaban decía presente y me crecía con los golpes’, recuerda Julio César Uribe. Por favor, esos videos para que los pasen en la Videna.

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