Por: Fernando ‘Vocha’ Dávila

El fútbol es como la vida, la cancha es como tu barrio, un vestuario es como tu casa, donde esos compañeros que se cambian frente a ti se convierten en tu familia. Omar ‘Caramelo’ Zegarra siempre ha tenido esas cosas claras y se ha manejado con los códigos que aprendió desde que dio sus primeros pasos en las calles de la Unidad Modelo del Callao, cerquita de la Mar Brava. Una fábrica que vomita por su chimenea ‘palomillas’, al por mayor, que luego tiene que elegir puertas entre el bien y el mal. El jugador del , y cuenta como escogió una de ellas y la cruzo junto a su gran amor la pelotita.

¿Una anécdota en tu primera concentración?

Fue mi debut en Sport Boys. Concentramos en un hotel de Miraflores y mi compañero fue el brasileño Marquinho.

La figura del equipo...

Sí, y bajamos a las 8 de la noche a cenar. Regresamos a la habitación, me acomodé a ver televisión y ¿sabes qué hizo?

Dime tú...

Apagó todo, me miró y me dijo: ‘Se acabó el cine, es hora de dormir’. Y todo quedó a oscuras.

¿Tu primer sueldo?

Fueron 600 soles. Lo recibí y todo fue para mi viejita.

Como debe ser...

Que aprendan los nuevos futbolistas. Siempre deben entregarle a la mamá la primera ganancia.

¿Cobrabas por sobre o en cheque?

Nos pagaba el señor Juan Espinoza, conocido como ‘Chamachi’. Se iba con su maletita negra hasta la oficina del presidente Antonio Cuba.

¿Solo?

Tenía como 70 años. Siempre llegaba cuando nos estábamos duchando y si entraba silbando, sabíamos que llegaba con buenas noticias.

Increíble...

Nadie podía creer que ese señor llevaba en esa maleta más de 100 mil soles.

¿Un dirigente para recordar?

Cuando estuve en Alianza Atlético de Sullana lo tuve a Lander Aleman.

¿Qué pasó?

Pagaba puntual, pero si perdías, te aguantaba el pago.

Vengativo...

Una vez perdimos en el Callao 5 a 0, se vino a gritarnos y su frase fue: ‘Ustedes son unos mercenarios’. Nos quedamos callados porque había sido una derrota terrible.

¿Tu primera ‘nave’?

Un Toyota Tercel negro, que tenía más problemas que maletín de abogado.

¿En serio?

Se paraba en cada esquina y llegaba al entrenamiento empujando el auto.

¿El técnico más cariñoso?

Ramón Mifflin. Cuando dirigió al Boys, sabía que ganaba 600 lucas y cuando jugaba bien, se me acercaba y me regalaba 100 ‘cocos’.

Era tu otro padre...

Habían días, al finalizar los entrenamientos, en los que me gritaba: ‘Omar, llévate a comer a estos pezuñentos’. Y me daba plata.

¿Quiénes estaban en ese grupo?

Paolo de la Haza, el chato Corcuera y Donny Neyra.

¿El delantero más jodido para marcar?

William Chiroque. No hablaba, pero jugaba harto. Se fue a la selección a la Copa América de Argentina, la rompió y los comentaristas extranjeros lo llamaban la joven revelación del fútbol peruano y ya tenía 34 años.

A una salsoteca, ¿vas de ‘cacería’ o a pasarla bien?

Antes, a mirar las chicas más bonitas, ahora a brindar y pasarla bien.

¿Todavía las chibolas miran a los cuarentones?

Las chiquillas miran y eso que ya subí al piso 4.

Estás en una reunión en Lima y a ti y a tus amigos chalacos les hacen la bronca, ¿reaccionan o corren?

La gente grita: ‘Vamos a pararnos, somos del Callao’.

¿Y si pierden?

No importa, pero algo llevan para casa.

Si voy por Sáenz Peña y veo una mancha que viene. ¿Me recomendarías que me pase a la otra vereda?

Sigue de frente y los miras grueso y les dices: ‘¿Qué fue primo?’ y sigues de frente. Nunca muestres temor.

¿La esposa de un amigo?

Es tu hermana. Hay que tener códigos

¿A qué te dedicas?

Trabajo en la Región Callao como cazatalentos de niños chalacos.

¿Trome?

Como ya no soy jugador profesional, ‘El Bombardero’ ya no me chanca, ja, ja, ja.

Un gran abrazo...

En el diario salían mis primeras entrevistas de jugador profesional, por eso me da gusto volverlos a ver.

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