. Una de ellas involucró un momento vergonzoso justo cuando pasaba por esa difícil etapa de transición entre la niñez y la pubertad.

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“A mí, mi viejo me pescó una vez, de chibolo. En esa época, las (revistas) Caretas tenían al final una sección que se llamaba ‘Alta Tensión’. Mi abuelo coleccionaba porque leía Caretas y yo de chibolo ya había descubierto esa página. Entonces yo subía a jugar en la cama de mi abuelo y vi sus revistas”, inició el excapitán de Universitario.

Martínez no tuvo tapujos en hablar sobre el momento en que su papá lo descubrió en un momento íntimo y personal, en medio de su despertar sexual.

Estaba solo, vi sus revistas y dije: “Yo mismo soy”. Como nunca se me ocurrió poner las de todos los meses, la de enero, febrero, marzo, la 1980, 79. 78. Entonces, estoy ahí, escogiendo donde va a ser el final”, relató.

Y abre la puerta mi viejo. Yo tenía que ir a jugar al colegio y solo me dice: “Te espero abajo, apúrate”. Imagínate, en el cuarto de su papá, hubiera preferido que me pegue”, agregó.

Sin embargo, la reacción de su padre no fue molestarse ni mucho menos. para explicarle algunos aspectos naturales de lo que significa crecer.

“Ya en el carro me dice: “Bueno, hijo creo que es momento de hablar. Todos pasamos por eso pero me ha parecido una exageración eso de las revistas de tu abuelo”. Fue horrible, no sabes lo que fue el camino, quería llorar”, culminó.

Roberto Martínez y su anécdota en casa de abuelos
Roberto Martínez en confesiones.

Roberto Martínez: El día que casi se muere por tomar una pastillita azul

¡Mi gente! ¡Ustedes! Ni el entrevistador ni el entrevistado merecen presentación, pero es de faltosos no hacerlo. Aquí, su amigo . Al frente, . ¡Cuánto aguadito! Cuántas ! Todas inéditas. Pueden verlas aquí o en el YouTube y Facebook, de mi querido Trome. 

¿Tomas tu pastillita azul?

Un día tomé uno de 100, casi me muero, te juro, te voy a ser bien sincero.

¿Cómo fue?

Un día conversando con un amigo me dice que ha salido una vaina. “Extraordinaria”, me dice. Pero yo tenía en esa época, era chibolo, treinta y tantos, estaba en mi mejor momento, pero la curiosidad mata al gato.

Claro.

Entonces me dice y me da hasta el nombre, yo pensé que el nombre era viagra. “No, se llama”, nunca me voy a olvidar, “Caverta”. Mira hasta el día de hoy tengo el nombre.

¿Caverta?

Y es rojita, me dice, porque yo sabía pues que al pitufo (en alusión al viagra, le dicen porque es azul. Entonces, uno de mis patas que estaba también por ahí me dice “oe, cholo, pero ten cuidado con eso, juega de visita” me dice. Le pregunto por qué: “porque si juegas de local con esa vaina te van a pedir siempre el mismo rendimiento”. Yo me c... de risa.

¡Qué buena esa!

Y mandó a alguien a comprar. Y juego de local, por si acaso.

De local lo utilizas.

De local, me meto el famoso caverta. Oye, negro, puta que era una cosa, pero de locos. Yo era una cosa, en verdad, algo impresionante. ¡Nunca me había pasado! Olvídate, ¡el hombre nuclear era una cagada a mi costado! Pero me empiezo a asustar porque ya pasa algo, estaba pero en su mejor momento, pero viene un momento en que ya yo no tenía ganas ni ella tampoco, de nada.

¿Y qué vino después?

Los ojos se me inyectaron, el corazón me empezó a hacer, teniendo treinta y tantos años, bum, bum, bum, me empecé a asustar en la cama. Puse tv, porque no duermes, obviamente, y me empiezo a asustar. Y el muñeco, ‘Robertito’, olvídate, seguía el hombre bravo. Pero no quería saber nada, no tenía ganas. Y llamo a un doctor amigo, me salgo y lo llamo y le cuento. “Tómate un durazno con azúcar”, me dijo y no sé qué más me recomendó.Yo seguía... mira, pasé la peor noche de mi vida, te juro que pensé lo peor.

Asustado.

Pensé que me daba un paro cardíaco, al siguiente día lo llamo a mi pata y le recrimino eso. “Casi me he muerto, cómo me das esa huevada”, le digo.

¡Y siendo deportista!

Me había comprado la de 100 miligramos y me había tomado una de 100. Entonces me dijo “imbécil, has tenido que romper porque eso se toma de 25%”. “¿Y yo cómo sabía”, le dije.

Te has podido morir ahí.

Me había tomado uno de 100.

Tenías que pellizcarlo ahí.

Y para, colmo me había tomado unos vinitos, entonces yo no sabía que existían rangos pues de 25 no 50, 100, 75 seguramente. Y me dio tal trauma que dije nunca más en mi vida, te lo juro por Dios, nunca más en mi vida y gracias a Dios todo está bien.

Ya te quedaste asustado.

¡Casi me muero! Fue una cosa horrible y efectivamente a los dos días ya la flaca estaba…

Se acabó.

Qué pasó me dijo, creo que nunca le conté eso. Pero ya no fue nunca lo mismo, a las 3 semanas me botaron, terminamos.

Ya te veo, Roberto, asustado.

Estás así, con los ojos así inyectados, el bobo así, pero lo peor es que tu cubrecama sigue así, como carpa, y no quieres nada. Casi me muero, te lo juro, me iba a dar un infarto. ¡Por Dios! Nunca sentí una sensación tan fea en mi vida.

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