De pronto parece que a los campeones del mundo los hubieran enviado a segunda división. Calma, la nunca fue la maravilla que muchos alucinaron y la que otros veían ganando la Copa América, llegando a semifinales de un Mundial o exportando jugadores al 'Calcio' o la 'Premier League'. Las han dejado en claro que no debes creerte lo que no eres. 

"Ecuador nos pegó" y "ante Costa Rica nos robó el árbitro". Frases simples de hinchas y alguna parte de la prensa que regresa en el tiempo para toparnos con esa versión del fútbol peruano donde todo tenía una excusa. La verdad es que somos un equipo chico con virtudes y defectos que se rodeó de una nube de elogios, varios de ellos, sin merecerlo. Hoy, para tapar las derrotas, se pide a gritos el regreso de un casi ex jugador como Alberto Rodríguez y que Paolo Guerrero vuelva a tener 25 años y se quede para siempre así.

La mejor virtud de la selección peruana  en el último año y medio, allí donde clasificamos a Rusia 2018, fue ser un equipo solidario, sin ego de por medio, aprovechar al máximo las debilidades del enemigo y estrecharle la mano a la suerte. Le ganamos 2-1 a Bolivia y salvándonos en el final, derrotamos a un Ecuador en crisis, el TAS nos dio tres puntos, le empatamos a la Argentina más nerviosa de su historia y logramos el boleto al repechaje porque el arquero colombiano metió la mano en un tiro libre. Nuestro mérito fue aprovechar todo eso, pero esas situaciones no son pan de cada día. 

Los amistosos antes del Mundial, esos donde todos los equipos se cuidan, hicieron volar tanto a muchos que ya se veían en la final. No, cachetazo y regreso a la realidad porque en 180 minutos ya estábamos eliminados de Rusia. Tras la Copa del Mundo llegaron seis partidos donde perdimos cuatro, empatamos uno y goleamos a un Chile al que también había derrotado Costa Rica. ¿Qué cambió? ¿Qué pasó? ¿Volvieron los robos? No, simplemente fue equilibrio. La renovación de Ricardo Gareca, que provocó hasta lágrimas en algunos, no debió darse para quien escribe este artículo. Más allá del agradecimiento por su trabajo, debimos dar un salto.

Holanda y Alemania son potencias e iban a ganarnos y nos ganaron. Pero el "solo fue 2-1" mantuvo vivo el ego que aumentó con la goleada ante la 'roja'. Pero luego, tuvimos que empatarle en el final a un joven Estados Unidos, Ecuador vino a Lima, puso la pierna fuerte, sacó a la luz errores que siempre estuvieron allí (marcar mal, llegar tarde y ser lentos) y casi nos golea. Costa Rica hizo menos pero igual nos ganó. La respuesta al declive está en la identidad, esa que no se cambia en unos meses. 

Antes o después de ir al Mundial, la selección peruana no tuvo ni tiene jugadores en ligas de primer nivel, prefieren ir a Arabia o a la luna si la economía es buena, varios no alternan en sus clubes pero siguen allí, no hay centro delantero y algunos se 'comen el cuento' que están entre los mejores del mundo o que el PSG los tiene en agenda. El hincha también tiene que entender que disfrazarse de 'chasqui', 'gladiador' o cantar 'contigo Perú' es solo folklore que da premios pero no puntos. El 2019 nos espera y no con buena cara.

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