El mundo de la cada vez es más competitivo y la innovación es la clave principal para que los diseñadores deslumbren con sus colecciones. Esto es un detalle que maneja a la perfección , que lleva más de 40 años haciendo prendas con fibra de alpaca y algodón que las vende en Dinamarca, Rusia, Francia y Holanda.

Gleny es arequipeña y desde los 13 años aprendió el arte de la costura, pues su padre quería que tuviera un oficio durante las vacaciones escolares. Sus acabados eran tan buenos que ella misma se hacía su ropa y también les hacía los trajes a sus maestras de su colegio.

¿Qué requisitos debe tener un diseñador de moda?
Tiene que ser apasionado por lo que hace, porque se la pasará todos los días diseñando, no será fácil, así que deberá tener mucha disciplina.

¿Cuál es el principal consejo que le daría a un joven que desea emprender un negocio?
Que siga adelante, el mercado es amplio, puede hacer que toda su línea no solo se venda en Perú, sino también puede irse al mercado extranjero. Nunca se limite, hay que arriesgarse, hay que innovar, ver mucha tendencia y aterrizar las ideas para que las personan usen su ropa.

¿Cuál fue su secreto para alcanzar el éxito?
Toda mi vida fue hecha a punta de perseverancia. Todo lo que hacía giraba alrededor de la moda. Si viajo o veo una revista me servía para inspirarme, porque esto nos permite abrir la mente.

Leí que empezó de niña su gusto por la moda, ¿puede contarnos un poco?
Sí, a los 13 años me gustó la moda. Mi padre quería que mi hermana y yo aprendiéramos costura durante las vacaciones, él me decía: aquí tienes playa, debes aprender un oficio. Hacía mi propia ropa y las profesoras de mi colegio me pedían que les haga también.

¿Al salir del colegio estudió diseño?
Me casé a los 17 años, amaba la confección y estudié costura en cuanta escuela podía. A los 19 años tuve mi primera boutique en Miraflores, una clienta me traspasó su tienda y hacía muchos trabajos para Ecuador, túnicas pintadas, faldas, pantalones. Luego viajé a Piura donde me quedé ahí por 20 años.

¿Y qué hacía en Piura?
En esa ciudad me conocen bien, he vestido a muchas novias, tuve cuatro tiendas, hacía desfiles muy grandes de moda y todo era con mi ropa.

¿Cómo resumiría su vida de diseñadora?
Siempre hice lo que me gustaba hacer. Siempre estuve en la búsqueda del diseño y fui la primera promoción del Centro de Altos Estudios de la Moda (CEAM).

¿Qué busca transmitir?
Personalidad, estar a la vanguardia y que se sientan muy cómodas.

¿Qué es lo más complicado al iniciar un negocio?
Saber vender. Un diseñador puede tener buena mercadería, pero si no la sabe vender no llegará a tener clientes.

¿Qué necesita un diseñador, aparte del talento, para ser conocido en la pasarela?
Si tiene una buena colección cautivará en la pasarela.

¿Hay que tener dinero para empezar?
Conozco muchas personas que empiezan vendiendo seis polos que se los da una tienda y poco a poco han ido creciendo con tiendas pequeñas, han hecho un negocio casi de la nada. Hay casos en que se necesita inversión para tener tejedores, confeccionistas, local...

¿A qué se refiere cuando dice que el Perú es una fuente de inspiración?
Somos un país bendecido. Somos fuente de inspiración no solo para los peruanos sino también para el extranjero. Hace poco llegó un diseñador de Nueva York y se fue al Cusco. Luego hizo una colección inspirada en esa ciudad.

¿A qué nivel estamos en moda en Latinoamérica?
Estamos avanzado. Hay talento, pero falta un diseño propio, de innovar. En Argentina se ve a una chica en la calle con un pantalón turquesa y aquí no nos atrevemos a eso.

¿Con qué materia prima trabaja?
Fibra de alpaca y algodón.

¿Cuál es la tendencia para este otoño-invierno?
Capas, kimonos, cortes murciélagos, pantalones palazos, prendas muy sueltas en tonos azules, rojo medo guinda, verde petróleo.

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