Antes de iniciar tu negocio propio debes definir un plan de acción en el que traces cómo crecerá tu empresa. Es muy importante definir desde un inicio con quiénes y con cuántos empleados necesitarás contar para empezar a atender al público

En principio lo recomendable es iniciar solo con el personal necesario. Es decir, no te cargues de responsabilidades y busca trabajar solo con el personal estrictamente necesario para funcionar. Por lo general, solo se comienza con un empleado, en caso de ser un emprendimiento pequeño. A medida que la empresa requiera más personal lo ideal sería incorporar a personas que estén alineadas a los objetivos que te has trazado, con las habilidades y competencias profesionales necesarias. Para cualquier empresa, ampliar el equipo de trabajo es un paso determinante para su crecimiento, pero recuerda también que la contratación de más personal exige no solo salario sino beneficios laborales, que incrementan los costos de operación, como el doble sueldo en julio y diciembre, vacaciones e indemnización por cese.

Número de empleados

Para Carlos Prado, Socio del Grupo Verona, a cargo de la División de Consultoría Estratégica, para definir cuántos empleados necesito para operar, se deben tener en cuenta tres momentos a la hora de definir cuántos trabajadores debe tener el emprendimiento que nos hemos trazado, dependiendo sobre todo de cuál será nuestra participación en el nuevo negocio.

Primer año: En caso de que se trate de una empresa de servicios, como por ejemplo un taller de cocina que ofrece menús a empresas, es posible empezar un pequeño negocio en la cocina de la casa. Como recién empezamos, probablemente nos ocuparemos nosotros de la preparación de los menús así como de buscar clientes. Una vez que se ganaron uno o dos contratos, podremos contratar un cocinero para salir en busca de más clientes. Respecto de la parte administrativa, nosotros nos seguiremos ocupando de eso, en tanto las obligaciones tributarias aún no demandan tanta complejidad. Sin embargo, debemos prever qué pasará si seguimos creciendo.

Segunda año: Como nos hemos dedicado a la parte comercial, buscando nuevos clientes, vamos a entrar al segundo año de operación con tres clientes más, hasta sumar cinco: ¿podré seguir desarrollando la empresa con solo un cocinero? En este momento evaluamos la posibilidad de contratar a dos cocineros y probablemente un ayudante de cocina. Ya no operaremos en casa sino probablemente en otro local más grande. Ahora, si nosotros solos hemos cerrado cinco contratos, que atendemos con nuestro equipo de tres personas, ¿qué pasaría si contratamos a dos vendedores más? Podríamos multiplicar los contratos hasta llegar a 15. En ese momento debemos evaluar varias aristas, no solo en términos comerciales sino de calidad. ¿Podremos seguir llevando la misma calidad a nuestros clientes si decidimos crecer tan agresivamente?

En este punto existen muchos factores que analizar, empezando porque todo crecimiento no necesariamente es positivo. Muchas empresas crecieron o se diversificaron y al final terminaron retrocediendo, porque no estaban preparadas para hacerlo. Un buen ejemplo de crecimiento ordenado, enfocado en crecimiento pensado y reflexionado, es el del restaurante “Las Mollejitas”, en Trujillo. El negocio empezó con una mesa en un área de dos metros cuadrados, preparando mollejitas a la plancha. Hoy, el negocio opera en dos casas, con más de 60 mesas, que atienden con alrededor de 12 personas. Su secreto: solo tiene dos platos en el menú: mollejas al ajo y mollejas al sillau. ¿Por qué no se diversificaron con más platos? Porque consideran que su fuerte son las mollejitas. El negocio acaba de cumplir 52 años y solo se enfocan en mollejitas.

Moraleja: solo crece si estás seguro que ese crecimiento no afectará la calidad de tu producto final. Un mal producto no solo nos puede hacer perder clientes sino que nos puede llevar a la quiebra.

Tercer año: A partir de ese momento uno debe planificar su crecimiento para los próximos cinco años. Si la empresa ha sobrevivido a los tres primeros años es momento de pensar en el largo plazo, pero eso exige una reflexión profunda de qué queremos hacer, como queremos crecer, a dónde queremos llegar, y sobre todo con quiénes queremos hacerlo. Si tenemos capacidad para reunir el talento que nos permita dar el salto que hemos decidido, ¡adelante!

Ya los sabes Emprende Trome, planifica el futuro de tu negocio con tranquilidad, no te apresures ni te saltes etapas, y evalúa todas tus decisiones en función del cliente, no de lo que tú quieres. El cliente es el que manda.

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