Fernanda Kanno se confiesa: "Me voy a casar con el Dakar"
Fernanda Kanno se confiesa: "Me voy a casar con el Dakar"

POR: Miguel Alegre Tinoco

De niña soñaba con atravesar las polvorientas carreteras del Perú en una camioneta. llegó a la televisión y, mientras conquistaba el corazón de los peruanos desde las pantallas y corría tras la noticia micrófono en mano, seguía añorando ese sueño. Lejos de su profesión, abrazó su gran reto: correr el rally Dakar y se convirtió en la primera peruana en terminar la carrera. Ella es de esas personas que cuando ven una meta no descansan hasta cruzarla.

¿Qué se siente atravesar el desierto?
Es locazo. Estás tantas horas en el carro que en algún momento literalmente estamos solo nosotros. Le decía a Alonso Carrillo (su copiloto): “¿Somos los últimos, no? Porque no veo a nadie atrás y hace rato que no nos cruzamos con alguien”.

¿Nadie para a ayudarlos?
Es terrible. Si no hay alguien detrás de ti y sucede algo, nadie te auxilia. En el Dakar solo puede ayudarte otro competidor. Pero cuando ya estás bajoneado, aparece gente o te encuentras un grupo de carros con algún problema. Nunca estás solo.

¿Se sufre mucho?
Hay momentos en los que estás manejando literalmente en medio de la nada, no sabes dónde estás, no escuchas nada más que el ruido de tu motor.

¿Sentiste miedo?
No. Todos los miedos que podía tener los perdí.

¿Y cuando hay ganas de ir al baño?

Paras. Yo me aguanto, voy poco durante la carrera. Sudas tanto que todo el agua que tomas se consume. Si tienes que hacer, lo haces ahí en el desierto. Tenemos nuestras bolsitas de basura.


¿Escuchan música en el camino?
Tenemos una playlist con Alonso en el que metimos canciones todo el año. Son muchas horas en el carro, en los enlaces te dan ganas de dormir. La música es un conducto para ponerte feliz, quitarte el sueño.

¿Qué canciones escuchaban?
Desde ‘Grupo 5’, que es mi favorito, hasta mucho rock nacional, también Juan Gabriel para cantar con mímica, temas antiguos como de Camilo Sesto, tengo de todo.

¿La buena ‘química’ con tu copiloto puede trasladarse al plano personal?
No. Alonso es un hombre casado, con dos hijas, olvídate. Hay chicos tan ‘churros’ en el Dakar. Alonso es mi copiloto y también mi socio, trabajamos juntos y lo veo todos los días.

¿Hay tiempo para conocer a alguien?
No, por eso no tengo novio. Llego a mi casa y solo me esperan mis perros.

¿Pero en los descansos?
Todos están preocupados por sobrevivir. Tenemos amigos, nos vemos, nos abrazamos, decimos ‘qué bien que llegaste hasta acá’ y luego tenemos que irnos volando a otro lado. El poco tiempo libre tienes que usarlo para descansar, porque realmente es durísimo.

¿Hubo fiesta al final de la carrera?

Eso es para los que llegan temprano. Nosotros nos arrastramos todos los días literalmente, no alcanzamos a ese momento, porque llegamos tarde, casi de madrugada.


¿Dónde duermen?
Depende. Hay pilotos que llegan temprano y tienen presupuesto para ir a un hotel. Otros que cuentan con un ‘motor home’ y poseen casa rodante con baño y ducha. Algunos equipos arman campamento y luego estamos nosotros, que no teníamos ni tiempo ni plata y solo dormíamos en un sleeping en el techo de la camioneta o en la arena. Pero es ‘paja’, porque es el hotel mil estrellas, te quedas dormido mientras las ves.

¿Te temen los hombres?
No creo. No tengo mucha vida social. Ando todo el día metida en la radio y si no es eso, estoy entrenando. Mis amigos son los de siempre, la mitad ya están casados y la otra, embarazadas o con hijos chiquitos.

Tampoco te obsesiona...
Hubiera sido bonito tener a alguien que te espere después del Dakar o a quien llamar todos los días, contarle cómo te va, como Alonso, que hablaba con su esposa y sus hijas. Yo veía a los pilotos todas las noches llamando a sus casas y mandaban videos a los hijos y yo agarraba mi celular y no tenía a quién llamar. Creo que me voy a casar con el Dakar.


¿Piensas en hijos?
Sí. Congelé mis óvulos hace años.

¿Terminar la carrera es como una reivindicación de la mujer?
No. Hay un montón de mujeres que hacen cosas mucho más extraordinarias que sobrevivir a una carrera. Que tienen hijos, son madres solteras, tienen trabajos dificilísimos, sacan adelante a sus familias y duermen mucho menos de lo que yo he dormido en la competencia. Ellas no se fajan once días, sino años.


¿Extrañas la televisión?
No mucho. Hice televisión diez años y te queda el ‘bichito’, pero me siento muy feliz en la radio. Hay un feeling diferente. La gente no te ve, te escucha y literalmente la acompañas. Ese feedback no lo he sentido en todo mi tiempo en la tele.

¿Es más difícil manejar en el Dakar o en las calles de Lima?
En Lima. En el Dakar ves una piedra y la pasas, acá todos se mueven y sin criterio. La piedra no te carga de mala vibra, la gente sí, el conductor que está apurado o la persona que es irresponsable.

¿Qué tipo de conductora eres?
Tranquila en la calle. Con esa camioneta te arrimo hasta el fondo, es una gran responsabilidad porque puedo matar a alguien.

¿Eres peleona?

Lo soy, pero me meto la lengua donde no entra el sol.

Gracias, Fernanda, por darnos parte de tu tiempo después de una larga carrera...
A ustedes, que siempre me apoyan y me sacan como quieren. ¡Qué miedo! Ahora, ¿cuál será el titular...?

Y ni bien acaban las fotos, vuelve a subirse a su bólido rumbo a la próxima colina que conquistar. Ella es una mujer que cumple lo que se propone.

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