Por: Fernando ‘Vocha’ Dávila

Vivir es un reto que lo asumen los valientes. Avanzar, cambiar, transformarse, pero sin dejar la esencia. La protagonista de esta entrevista es nacida en el corazón del pueblo, que disfrutó los placeres del éxito, la presión de la fama y, pese a que algunas veces sintió que las fuerzas se iban, siempre apeló a ese espíritu de muchacha de barrio. ha encarnado muchos papeles, diversos personajes, pero en su interior sigue la niña de Comas, que solía correr por uno de los distritos con más calor humano de Lima.

Magdyel, ¿sabes preparar pollada?

Mi mamá era la reina en eso.

¿Por qué lo dices?

Ella se encargaba de freír cuando había que apoyar a algún vecino.

¿Y tú?

Escribía, en la cartulina, los números de los tickets.

¿Cómo se come?

Con la mano.

¿Y lo haces?

Igual es con el pollo a la brasa.

¿Chupas tu huesito?

Cuando estoy con alguien almorzando, advierto: voy a meterle diente.

¿No te reprimes?

Siempre respetando que no estén personas que se incomoden.

¿Otra aventura en tu rico Comas?

Jugaba vóley en la pista.

¿De verdad?

Cuando pasaba un auto, había que parar y levantar la net para dar pase.

¿Buena matadora o entusiasta?

Levantadora y por mi talla me iba al ataque.

¿Eras de pichanga o campeonato?

Ilusamente creía que podía ser buena y llegué a la Liga de mi distrito.

¿Tu equipo?

El ‘Aurinegro’.

Si has ‘caminado’ debes bailar bien...

En mi casa había un tocadiscos donde se escuchaba a ‘Niche’, Joe Arroyo y ‘El Gran Combo’.

¿Y la conoces rumbeando?

Yo creo que sí, pero lo que tengo es actitud.

¿Qué otras lecciones te dio ‘Lima norte’?

La solidaridad, donde si alguien necesita comida, se le da.

¿Un plato sabroso de esos tiempos?

Atún en la tarde, chancay y té de noche.

¿Segundo aprendizaje?

Nunca olvidaré que soy del Mercado de Chacra Cerro.

¿Alguna vez decidiste ser otra?

Me costaba ponerme short porque tengo las piernas gruesas y las rodillas casi ni se me ven.

¿Cómo lo superaste?

O te pones en el lugar de que vas a sufrir toda la vida o las aceptas y opté por lo segundo.

¿Te ves guapa en el espejo?

Y también hay días que me cuestiono.

¿Y qué te respondes?

Tengo que agradecer al cuerpo que me acompaña, que me permitió hacer personajes como la ‘Teresita’.

¿Ese fue el punto de quiebre?

Llegué a pesar 115 kilos. Tenía una humanidad sabrosa y poderosa.

¿Te gustas?

Miro mi celulitis y no hay problema.

¿Qué más?

Abrazo mis rollitos y digo: Si yo no los quiero, nadie los va a querer.

¿Otra conclusión?

Bajar de peso es asumir que te va a quedar la piel fofa.

¿Cómo reconocer a un ‘machista’ disfrazado?

Por ejemplo, cuando te pide la clave de tu teléfono. Te aleja de tus amistades.

¿Pero no todas lo ven mal?

Algunas creen: ‘Quiere que estemos más tiempo juntos y por eso no quiere que vaya a ver a mis amigos’.

¿Qué es ser feminista?

Es luchar por la igualdad de nuestros derechos.

Muchas lo toman como una guerra contra el sexo opuesto.

No es una pelea contra los hombres, es una lucha de todos juntos.

¿Qué moraleja te deja la pandemia?

Muchas veces planificábamos el futuro.

¿Y ahora?

La vida es el hoy.

¿Otra enseñanza?

De qué sirve tener tanto si te puedes enfermar y se acaba todo.

¿Entonces?

Agradezco estar viva y tener a mi familia sana.

¿Una frase añorando épocas pasadas?

Éramos felices y no lo sabíamos.

¿Todo está perdido?

Hay esperanza y fe en que saldremos adelante.

¿Conclusión?

La vida es la mejor universidad.

Estás de regreso en la exitosa serie ‘De vuelta al barrio’.

Tendré un personaje que estoy aprendiendo a conocer. Una chica trabajadora, sola, que pone en su sitio a quien llegue con malas intenciones.

Gracias, porque siempre es bueno una charla tan abierta.

A ustedes y cuídense mucho, que esto todavía no termina.

Se puede estar de acuerdo o en contra, lo cierto es que ha expresado lo que piensa. Como diría el actor catalán David Sant: ‘No tengo por qué complacer a nadie. No soy tu ángel, tampoco quiero ser tu cielo’.

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