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Don Andrés Lares León (67) hizo de todo para llegar donde está. Él es de Ayacucho y desde que vino a Lima, siendo todavía un adolescente, fue carnicero, vendió frutas, helados y hasta ropas de baño en la playa ‘Agua Dulce’. Contar su historia lo enorgullece, más aún cuando sus inicios, si bien lo empujaron, no tienen relación con la música, que es a la que se dedica ahora con tanto éxito y, por la cual, ha conocido diferentes países del mundo.
Vive en Chorrillos y su instrumento es el violín.

La melodía de su violín es muy intensa, ¿dónde aprendió a tocar este instrumento?
Yo toco desde los 15 años en mi pueblo de Cabana Sur (Ayacucho). Ahí el maestro violinista Severo Díaz me dio mis primeras clases.

¿En qué festividad se escucha la música que usted toca?
En todas las fiestas y carnavales andinos. Una de las melodías que domino es la música que acompaña a los danzantes de tijeras y los negrillos de Huancaray. Además toco huaylas y huainos, esto me ha servido para acompañar a otros artistas.

¿Recuerda cuándo compró su primer violín?
Sí, fue aquí, en Lima. Se lo compré a un buen precio a una señora a la que le vendía carne. Era un violín de fabricación checoslovaca de gran calidad.

¿Antes de ser músico fue carnicero?
Yo trabajé desde muy pequeño. Primero en mi pueblo cosechando algodón, y aquí, en Lima, he vendido carne, frutas, helados y hasta ropas de baño en la playa ‘Agua Dulce’.

¿Con qué artista ha trabajado?
Con varios. En Perú trabajé con Jaime Guardia, Manuelcha Prado, Miki González, William Luna, Lucho Quequezana y Susana Baca. En el extranjero compartí escenario con el gran divo Juan Gabriel en México y María Conchita Alonso en EE.UU.

¿A qué países ha llegado con su música?
Gracias a este arte, acompaño a los danzantes de tijeras y otros artistas en sus presentaciones. Conozco casi todo el Perú, también países como Estados Unidos, Canadá, Francia, Alemania, Austria, Italia, España, Holanda, Eslovaquia, República Checa, Hungría, Polonia, Luxemburgo, Bélgica, Yugoslavia, Croacia, Suiza, México, Guatemala, Honduras y toda Latinoamérica.

¿Dónde más le gustaría tocar?
Más que el lugar, quisiera continuar tocando hasta el fin de mis días.

¿Tiene algún violín especial?
Tengo 20 violines profesionales y ocho para niños.

¿Es verdad que puede tocar por varias horas sin parar?
Sí, una vez toqué cuatro horas seguidas.

¿Cómo acabaron sus manos?
Cansadas, pero ver al público emocionarse y disfrutar con mi música me reconforta.

¿Ha pensado enseñar su arte?
Claro, mi gran sueño es formar mi centro cultural ‘Chimangolares’.



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