Echar agua dentro de los zapatos, destrozar el papel del baño, pintar las paredes con crayolas, esconder las llaves de la casa en una maceta o cortar lo que encuentre a su paso, son algunas travesuras que hacen, pero no con la intención de molestar a sus padres, sino con el afán de descubrir su entorno y avivar su imaginación, así lo afirma la psicóloga Sonia Wong.

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La especialista explica que solo piensan en: ‘¿qué pasa si pongo esto aquí? o ‘¿qué sucede si toco esto?’ Sin embargo, su gran interés de exploración no les permite medir las consecuencias de sus actos. Ahí es donde los padres deben intervenir y guiarlos.

ALGUNOS RECLAMAN ATENCIÓN

Te ha pasado que justo cuando llegas del trabajo, tu hijo empieza con sus travesuras. Lo hace porque quiere llamar tu atención, después de tantas horas que estuviste fuera de casa. No lo culpes por eso, aunque eso no significa que debas consentirlo en todo. Si permites todas sus travesuras, se volverá una costumbre y el niño pensará que sus acciones son correctas.

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‘NIÑO MALO’

Hay papás que después de una travesura, les dicen a sus . Evita hacerlo, estas palabras destruyen poco a poco la autoestima y crea sentimientos de culpa. Si deseas educarlos bien, antes de gritarles o descalificarlos, conversa con ellos, responde sus preguntas y establece límites.

PREMIO O CASTIGO

Las travesuras no deben ser premiadas ni castigadas con rigor. No reprimas su espíritu inquieto y curioso, más bien, motívalo a que siga explorando, pero explícale qué está bien y qué no. Por ejemplo, si cortó un billete en pedacitos, dile que no lo vuelva a hacer porque pudo haberse lastimado con las tijeras.

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