Una mala alimentación de tu hijo podría pasarle la factura en cuanto crezca, pues los tienen más riesgos de sufrir de y padecer complicaciones renales y oculares a edades tempranas.

Especialistas de la Estrategia Sanitaria de Enfermedades No Transmisibles del Minsa explicaron que el sobrepeso y la obesidad son consecuencias de un desequilibrio energético entre las calorías que se consumen y las que se gastan.

Una alimentación rica en grasas saturadas, azúcares y carbohidratos es la principal causa del aumento de peso.

Por eso, es aconsejable que los progenitores incluyan en la dieta de sus hijos frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y frutos secos.

Esto acompañado de actividades físicas (caminatas, natación, bicicleta o incluso baile) por un tiempo aproximado de 30 minutos diarios, para reducir el riesgo de diabetes y problemas cardiovasculares.

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