La disciplina positiva es un método que busca enseñar a los adultos a utilizar la amabilidad y la firmeza al relacionarse con los , así como fomentar el respeto entre ambos. Para Trasy Chochabot, Coordinadora del Programa de Liderazgo de Enseña Perú, esta metodología permite que los , descubran sus capacidades y aumenten su autoestima.

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Los adultos, docentes y padres, pasan de tener el papel de “autoritarios” al papel de guías, indica Chochabot. “Ellos buscan encontrar soluciones en lugar de castigos, para así corregir las conductas de los niños y enseñarles a desarrollar su autodisciplina en las aulas o en casa. De esta forma se genera una conexión con los niños, considerando lo que sienten y piensan”, comenta.

Si bien, la disciplina positiva surgió como una propuesta que promueve las relaciones respetuosas en las aulas, es importante que, en este escenario, en el que los niños vienen estudiando de manera virtual, se siga promoviendo desde casa, recalca Trasy Chochabot. Para ello da a conocer algunos consejos que permitan practicarla:

● Pregunta antes de juzgar: Es importante que, como padres o maestros, se pregunte a los estudiantes qué hay detrás de esa conducta que están demostrando. Hay que preguntarles qué es lo que está pasando, cómo se les puede ayudar y qué se necesita para resolverlo. Las preguntas son claves y valiosas para que los estudiantes puedan sentirse en un ambiente acogedor, donde sientan que sus emociones son válidas, respaldadas y escuchadas, en un clima de amor y respeto a la situación que viene atravesando.

● Genera espacios para asumir responsabilidades: Ya sea en el aula o en su hogar, se deben generar espacios en los que los estudiantes asuman responsabilidades, que sepan que tiene un sentido y que eso va generar una acción que beneficiará a su entorno y a su proceso de aprendizaje. Además, es importante que entiendan cómo sus acciones determinan su relacionamiento con los demás.

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● Seamos buenos referentes: Es importante modelar las conductas, acorde a lo que se desee practicar, así como los valores y habilidades socioemocionales que se deseen impulsar en los niños. Por ejemplo, si se dice a los niños que es una prioridad respetar las ideas de los demás, esta actitud debe ser reflejada en su propio actuar en la sociedad o con las personas que las rodea, en el que se refleje cómo se respeta la diversidad de opinión y se convierta en un referente para ellos.

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