Emprende Trome. El emoliente es una bebida clásica peruana. La consumen durante todo el año, pero es particularmente pedida en los días de frío más intenso. Hicimos un recorrido por las diferentes calles de los distritos de y encontramos los puestitos más concurridos y que arrasan en ventas con este calientito.

En el cruce de las avenidas Huarochirí con Huancaray, en Santa Anita, nos topamos con Benito Simbrón. Bien abrigadito, este saca pecho y dice que a diario vende entre 70 y 120 vasos de emoliente, cada uno a un sol. “Mi abuelo y mi padre también fueron emolienteros. Vengo de una tradición que mis hijos no han querido seguir, pero yo sí y con mucho orgullo”, afirma.

Este vecino de Lima Este mantiene la misma rutina los últimos 40 años, cuando empezó con este negocio. “Trabajo de lunes a domingo, de 6 de la mañana a 10 de la noche, sin descanso. Tengo muchos clientes que, incluso, vienen de otros distritos, como La Molina y Ate, solo por mi emoliente y mi carisma”, indica este .

LIMÓN Y AZÚCAR
Raquel Parra se ubica frente a Alameda de los Descalzos, en el Rímac. Cuenta que empezó vendiendo jugo de naranja y golosinas hasta que se dio cuenta de que el emoliente era más rentable.

“Mi esposo me convenció y juntos comenzamos este trabajo”, recuerda. Sus principales clientes son los visitantes del Museo de los Descalzos. El emoliente de Raquel es sabroso y tiene el punto exacto de limón y azúcar. “La base es la cebada, luego vienen las hierbas, la piña y la cola de caballo”, revela.

DOCE HIERBAS
Desde las 6 de la mañana, Filomeno Meza se instala en la puerta del mercado de Salamanca, en . Este huancaíno toda su vida fue obrero hasta que la empresa donde trabajaba cerró. “La necesidad me hizo volverme emolientero”.

Y lo dice con orgullo, porque -señala- es un trabajo digno y además le gusta. “Esta bebida tiene más de doce hierbas. Es un buen desinflamante de riñones e hígado, y se recomienda para combatir la gastritis”, explica. Don Filomeno, un emprende trome, afirma que el secreto para que salga delicioso está en la cocción de la cebada.

A LA COLA
Karina Arpe se organiza desde muy temprano para estar puntual en su puesto del paradero 3 de la avenida Canto Grande, en San Juan de Lurigancho. Sus clientes de siempre la esperan y hasta hacen cola para probar su deliciosa bebida. Ella matiza su negocio con la venta de maca, quinua y soya, además de pan con pollo, tortilla, huevo y todo lo que a los clientes madrugadores les apetece. (Samantha Aguilar)

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