Un perrito callejero que no decía 'guau', sino 'miau'.
Un perrito callejero que no decía 'guau', sino 'miau'.

Había una vez un perrito que no sabía ladrar. En vez de decir ‘guau, guau’, como todos los perros, decía ‘miau’, como los gatos. Vivía en la calle. Los demás perros se alejaban de él porque era diferente. Y las personas tampoco lo querían. ¿Para qué sirve un perro que maúlla?, pensaban todos.

Un día, el perrito que decía ‘miau’ se encontró con un niño que se había perdido. El pequeño lloraba y el perrito se acercó y le lamió una manito. Al niño le hizo mucha gracia y le devolvió la caricia rascándole detrás de una oreja. El perrito, muy contento, se puso a ronronear como hacen los gatos. Al niño le pareció muy gracioso y siguió con sus caricias.

De pronto aparecieron unas ratas enormes. El perrito quería irse corriendo, pero no podía dejar a su amigo allí solito. Las ratas le harían daño. Así que se armó de valor, se concentró y dijo:

-¡Guau! ¡Guau!

-Jajajaja!, se rieron las ratas.

El perrito no podía entenderlo. Había ladrado, lo había conseguido, pero las ratas no se asustaron.

El perrito decidió intentarlo otra vez. Se concentró y dijo:

-¡Guau! ¡Guau!

Pero las ratas volvieron a reírse.

Muy enfadado, el perrito se puso delante de ellas y, con toda la fuerza que pudo, dijo:

-¡Miauuuuuuuuuu!

Las ratas, asustadas, corrieron sin mirar atrás.

En ese momento llegaron los papás del niño. Al ver lo que el perrito había hecho lo adoptaron. Y así fue como el perrito consiguió un hogar y nuevos amigos que lo valoraban por lo que era. Además, descubrió que siendo uno mismo se pueden alcanzar grandes metas.


Autor: Eva María Rodríguez

tags relacionadas

Contenido sugerido

Contenido GEC