Qué hermosa sería la vida si ellos nos entendieran cuando les decimos que no dejen la toalla mojada sobre la cama, que ayuden en las o que nos traten con más delicadeza. Sin embargo, esto parecería ser una misión imposible.

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Antes de que continúes en peleas y reclamos, en la edición Nro. 18 de la revista +Mujer de Trome, el psicoterapeuta Walter Dávila nos revela una gran verdad: los hombres se comportan regidos por sus hábitos y su temperamento (rasgo de su personalidad). Los primeros, los puedes cambiar si le ofreces otras alternativas con las que pueda acostumbrarse; pero en el segundo caso es más complicado.

No le impongas tu modo de vida. El primer objetivo es que él quiera cambiar. Foto: ¡Stock.
No le impongas tu modo de vida. El primer objetivo es que él quiera cambiar. Foto: ¡Stock.

Cada persona tiene un temperamento individual que puede ser colérico, juguetón o melancólico, y por más que quieras no podrás cambiar este rasgo, pero sí regularlo. Por ejemplo, si es colérico puedes enseñarle técnicas de relajación. Si es juguetón, asignarle responsabilidades y si es depresivo, incentivarlo a realizar actividades que lo hagan disfrutar. Pero, además, necesitarán visitar a un psiquiatra para que evalúe si el temperamento de tu pareja es patológico o no.

LOS HÁBITOS

Todo lo que se hace a diario y de la misma forma se convierte en hábito. Si tu esposo está acostumbrado a pararse de la mesa antes de que termines de comer, a sintonizar otro canal sin consultarte, a levantarse tarde, a dejar sus cosas desordenadas, etc., significa que tiene malos hábitos enraizados en su vida, pero sí puedes lograr que los modifique.

Todo ser humano puede hacerlo en cualquier etapa de su vida. La clave esta en encontrar la forma adecuada. Tu primer objetivo debe ser que él quiera cambiar. Para ello no le impongas tu modo de vida, ni hagas dramas, porque estará a la defensiva.

Lo mejor es que le pidas que trabajen juntos para que ambos mejoren. Dale otras alternativas de cómo hacer las cosas. Sé paciente y comprensiva, porque si no consigues que él esté dispuesto, no habrá poder humano que lo haga cambiar.

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