La música es poderosa. Basta ver a doña Lidia Albújar Requejo, quien acaba de cumplir cien años y cada vez que escucha una marinera agita el brazo para que alguien le alcance un pañuelo.  A la mamita de la energía la invade, quiere salir a bailar y aunque ahora lo hace lento, ella disfruta de esta música junto a sus cinco hijas, nietos y bisnietos, en .
Hace unos días (15 de junio) cumplió cien años, ¿cómo lo celebró?
Con mi familia.

Sé que hubo fiesta, ¿pudo bailar?
Sí, un poquito.

Me dicen que es buena bailarina de marinera, ¿quién le enseñó?
En realidad, nadie. Viendo cómo bailaban, aprendí. La marinera me da energía.

¿Es cierto que aún puede bailar?
Un poco nomás.

¿Qué comía de joven para que se mantenga tan fuerte ahora?
En mi tierra (Chiclayo) comía mucho pescado y frejoles.

¿Recuerda el motivo por el que llegó a Lima?
Vine a trabajar. Empecé cosiendo para una empresa, luego conocí al padre de mis hijas.

¿Cuántos años estuvo casada?
Solo nos juntamos y tuvimos a nuestras hijas. Después me casé con él cuando enfermó, lo hicimos en el hospital frente a un cura.

¿Cuántos hijos tuvo?
Tuve cinco hijas (Gladys, Olga, Margot, Susana, Bertha). Quise un hombre, pero solo salieron mujeres.

Ahora tiene nietos hombres...
Nietos tengo un montón y bisnietos, también. Son 32.

Me cuentan que enviudó joven, ¿por qué no se volvió a casar?
No quise por respeto a mis hijas. Me puse a trabajar para sacarlas adelante.

¿En qué trabajó?
Hice de todo. Vendí ropa, lentes, chicha, picarones y al final, comida en Gamarra.

¿Tenía buena sazón? ¿Qué plato le salía mejor?
Sazón de mi tierra chiclayana. Hacía estofado de lengua y causa chiclayana.

¿Es cierto que antes salió en el periódico?
Sí, fui la reina de los calzones, hace unos años, cuando vendía trusas en Gamarra.

Ahora volverá a salir en Trome por ser una abuelita bailarina.
Sí, aunque bailo menos ahora.

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