Anna Sorokin, la joven de 28 años que engañó a la alta sociedad neoyorquina haciéndose pasar por la heredera de una gran fortuna en Alemania y que fue condenada entre 4 y 12 años de cárcel, no está arrepentida de sus actos.

Esta afirmación se desprende de una entrevista que The New York Times le realizó.

La condena fue dictada por una juez de Nueva York después de que la joven fuese declarada el mes pasado culpable de varios delitos, entre ellos gran robo en segundo grado, principalmente por defraudar a hoteles y bancos.

El medio estadounidense The New York Times entrevistó a Anna Sorokin en el complejo carcelario de Rikers Islandn una semana antes de la condena.

"Lo que pasa es que no lo lamento... Estaría mintiéndoles a todos y a mí si dijera que lo lamento. Solo me arrepiento de la forma en que se dieron algunas cosas", declaró la joven, quien además fue consultada sobre si volvería a hacer lo mismo.

"Sí, probablemente", respondió entre risas.

De la entrevista además se desprende una frase en la que ella señala que lo que realmente no le preocupaba el dinero, sino el poder.

"Mi motivo nunca fue el dinero... Tenía hambre de poder", se puede leer en el The New York Times.

El diario estadounidense también dice que la famosa falsa millonaria que estafó a la alta sociedad de Nueva York tiene planes de escribir un libro con sus memorias.

"Creo que tengo la suerte de ir a una prisión real, así que tendré más material", dijo Sorokin.

Bajo el nombre de Anna Delvey, la joven se ganó durante varios años la amistad de las élites de Nueva York, frecuentando los mejores establecimientos, donde dejaba sin parar propinas de 100 dólares.

Finalmente, Sorokin cayó en desgracia en 2017, cuando fue arrestada tras haber dejado sin pagar una factura de 11.518 dólares en un hotel de lujo.

Desde octubre de ese año, la joven está ingresada en una cárcel de Nueva York, acusada de defraudar a hoteles, de engañar a un banco para que le diese una línea de crédito de 100.000 dólares o de mentir para tratar de lograr un préstamo millonario.

En total, se calcula que con sus triquiñuelas robó más de 200.000 dólares en bienes y servicios, según las autoridades.

El gran proyecto de Sorokin era abrir en Manhattan un espectacular club privado, una inversión de más de 40 millones de dólares y que iba a diseñar Gabriel Calatrava -hijo del famoso arquitecto español-, a quien conoció en octubre de 2015 y que terminó por testificar en el juicio en contra de la joven.

Finalmente el proyecto quedó en nada, cuando la mujer no consiguió los millones de dólares que buscaba para financiar la idea.

La supuesta fortuna familiar de Sorokin nunca apareció por ningún sitio, porque no existía. Según varios medios, su padre es un antiguo camionero ruso que emigró a Alemania con su familia y que tiene un pequeño negocio de calefacción y aire acondicionado.

La figura de Sorokin ha causado una gran fascinación en Estados Unidos y su historia será llevada a las pantallas chicas.

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