Este escuchó el quien anunció que pedirán al Congreso el voto de confianza. Si se rehúsan, sencillamente utilizará sus facultades constitucionales para ¡disolver! democráticamente este Parlamento, cuya mayoría fujimorista, con ayuda de sus aliados apristas, en una jornada para la historia universal de la infamia parlamentaria, ‘blindó’ a Pedro Chávarry, ante los ojos de millones de peruanos.
Fue un ritual macabro donde lo limpiaron delito por delito, después que esforzadas y valientes fiscales del Callao, quienes desarticularon la organización criminal ‘Los Cuellos Blancos del Puerto’, colocaron a Chávarry como cabeza junto al ‘cerebro’, el ‘hermanito’ César Hinostroza.

El ‘limpiar’ a Chávarry fue la gota que derramó el vaso en un enfrentamiento que llegó hasta niveles casi hilarantes, cuando el jefe de Estado escoltó a su premier y al ministro de Justicia al Congreso con cara de malo, ‘a pechar’ a los parlamentarios. Parecía una pelea de ‘palomillas de ventana’. Para este columnista, la responsabilidad no puede caer solo en el Congreso.

Evidentemente, el fujiaprismo, con su uso irracional y su vocación de proteger la corrupción, fue el que desencadenó esta situación que podría derivar en el cierre del Parlamento, aunque este Búho piensa que al final la mayoría fujiaprista, tan ‘machita’, tan envalentonada, va a ‘arrugar’ y le dará la ‘cuestión de confianza’, y por una sencilla razón: porque la mayoría de parlamentarios de estas bancadas saben que no saldrán reelegidos y no querrán perderse dos años de sueldos e inmunidad. Pero que el premier Del Solar no sonría cachacientamente por el anuncio presidencial desesperado, sacando su último as bajo la manga. Porque, para ser sinceros, ¿Martín Vizcarra está haciendo un buen gobierno? En este escenario hay responsabilidades por ambos lados. Ahora, ubiquémonos en los dos únicos escenarios posibles.

¿SI LE DAN LA CUESTIÓN DE CONFIANZA?: El Ejecutivo apuesta a que los más bravucones, como Mulder y Becerril (porque no quiere perder la inmunidad) y ese ejército de congresistas fujimoristas mudos o con ‘chicharrones’, querrán quedarse hasta el 2021 porque ‘la calle está dura’. Si agachan la cabeza, como esperan Vizcarra, el premier, la ministra de Educación, de la Mujer y del Interior, quienes impulsaron este ‘voto de confianza’ en el interior de un gabinete timorato, el Gobierno -así lo piensa- retomará la fuerza que tuvo al inicio, cuando impuso el referéndum, y volverá a recobrar la confianza de la mayoría de la población, que le está dando la espalda.

¿SI NO LE DAN LA CONFIANZA?: 1) Mediante un decreto supremo, el presidente DISUELVE el Congreso y convoca a nuevas elecciones parlamentarias. 2) No todo el Parlamento desaparece. Los Becerril, Vilcatoma, Mulder y Beteta seguirán integrando la Comisión Permanente, pues a ellos el mandatario dará cuenta de los decretos de urgencia que les envía y que tienen rango de ley. Estos cuestionados legisladores se irán cuando se instale el nuevo Congreso, elegido en elecciones. 3) Las elecciones se realizarán cuatro meses después de la disolución. Por ejemplo, si rechazan la ‘cuestión de confianza’ en junio, en octubre se llevarían a cabo. Este nuevo ‘Congreso extraordinario’ va a trabajar solo hasta el 2021, porque no es ‘un nuevo periodo’, sino la continuación del gobierno del 2016. Atención a eso. 4) ¿Quiénes pueden participar en los comicios? Los congresistas del Parlamento ‘disuelto’ no pueden participar, pero sí sus partidos políticos, si están inscritos. En el 2021 no podrá participar ninguno del ‘Congreso extraordinario’, porque pertenecen al del periodo de Vizcarra y ellos serán parte de él (aquí habrá bronca y pataleta). 5) Solo podrán participar los partidos que están inscritos. O sea, van a proliferar los ‘vientres de alquiler’ para etnocaceristas, aduvistas y otros grupos antisistema, antiminería, antitodo.

Este Búho habrá nacido de noche, pero no anoche. No creo, sinceramente, que, suponiendo que el nuevo Congreso se instale en diciembre y comience a trabajar full time desde enero, pueda en un año y meses sacar adelante la ‘gran reforma política’ que necesita el país. Los actuales ‘otorongos’ tienen la última palabra. El presidente ya tiró la pelota en su cancha y el fujiaprismo está como en una película de Almodóvar: ‘Al borde de un ataque de nervios’. El Perú no se merece este escenario de crisis política. ¿Y el empleo? ¿Y el crecimiento económico? ¿Y la seguridad ciudadana?

Apago el televisor.

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