Este está a la espera de las declaraciones del presidente Martín Vizcarra respecto a su hasta hace poco premier y ‘hombre de confianza’, César Villanueva, tras su escandalosa detención. Por supuesto que las responsabilidades son personales, pero no hay que ser Hayimi para vaticinar que esto ‘salpicará’ políticamente al moqueguano, y sus adversarios políticos aprovecharán la coyuntura para refregarle su cercanía con ‘Curriculum Vita’, como era conocido por los corruptores de Odebrecht.

Precisamente ayer, PPK, quien está en sus cuarteles de invierno, disparó a través de un tuit venenoso: ‘Las vueltas que da la vida. César Villanueva, asiduo impulsor de mi vacancia, acusándome de actos de corrupción sin ninguna prueba. Sin embargo, yo perdono. Me da mucha tristeza y le deseo lo mejor...’.

Es que fue Villanueva quien promovió, desde las sombras, la caída de Kuczynski, negociado incluso con los fujimoristas y apristas, en tiempos que el ‘Gringo’ llamaba a Vizcarra a Canadá y no le respondían el teléfono. Por eso, reitero que sería bueno que lean un libro revelador, el del periodista Martin Riepl, ‘Vizcarra: una historia de traición y lealtad’.

MARTINCITO Y SU ‘HERMANITA’: Cuando llegaron de la mano de PPK a Palacio de Gobierno, Martín y Meche nunca imaginaron que después de tres años y unos meses, él sería el presidente y Mechita votaría por su ‘suspensión’, para luego jurar como ‘presidenta encargada’. No, ni en la más fantasiosa ficción de ambos hubiera pasado algo así. Aráoz declara para Riepl en momentos en que estaba dolida y recuerda cómo abrió su corazón al moqueguano y, según ella, este le pagó mal: ‘Yo he llevado a Martín a celebrar su cumpleaños con mis amigos porque estaba solo’. En efecto, aquel 22 de marzo del 2016, onomástico del candidato a la primera vicepresidencia por PPK, estaba en Lima solo, sin familia, en plena campaña electoral, y ella al percatarse de eso, lo llevó a la peña barranquina ‘La Oficina’. La ahora ‘quemada’ Mechita recuerda muy bien esa fecha. “Es que es del mismo día del cumpleaños de mi hermana. Por eso le comencé a decir ‘hermanito’”. Esa amistad no se resquebrajó pese a que Aráoz aspiraba a ser primera vicepresidenta y PPK escogió a Vizcarra, pero sí se hizo añicos cuando él le ocultó el anuncio de adelanto de elecciones en su mensaje a la nación del último 28 de julio, cuando no le dio la mano en la Parada Militar, le quitó su oficina en Palacio y despidió a su asesor. Después del cierre del Congreso, Vizcarra se refirió a ella despectivamente: ‘No puede decir que ha jurado, pero de mentiritas’.

¡NO ME HABLEN EN INGLÉS!: Según Riepl, en los primeros días de gobierno ya Martín se sentía como huevo en cebiche: “... ni el espacio que le habían asignado, ni por quienes rodeaban a PPK, resultaba un lugar cómodo para el vicepresidente. Desconfiaba. Y comentó a varios su fastidio por ser convocado a reuniones con Pedro Pablo Kuczynski, en las que participaban Fernando Zavala, Alfredo Thorne, el canciller Ricardo Luna o Susana de la Puente, quienes empezaban hablando en castellano y terminaban en inglés (...) pronto la conversación se volvía incomprensible para Vizcarra, quien soportaba sentado en silencio o tan solo asintiendo incómodo, hasta el final de la reunión (...) En general, el vicepresidente se sentía marginado de las decisiones en el gobierno de Kuczynski”.

DESCONFIADO: El autor del libro sostiene que una de las características personales del moqueguano es la desconfianza: “Esa característica ha determinado algunas de sus acciones de gobierno. Todas las personas que entrevisté coinciden en eso”. Sobre el tema de las ‘traiciones’, se reafirma en que los principales actores de la campaña del 2016 del partido se sienten traicionados por él: PPK se siente traicionado por Vizcarra, Mercedes Aráoz siente que él fue desleal con ella. Desde que fue gobernador en Moquegua, hay gente que habla de ello; por ejemplo, el secretario general del Apra en esa región hace referencia a una traición suya. Postula con un partido de un amigo de su padre y termina traicionando a esta persona. Los periodistas estamos para contar las historias. Y esta aún no termina.

Apago el televisor.


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