Este Búho respeta la cuarentena ordenada por el gobierno y me indigno al ver por televisión a tanto irresponsable que, en tiempos de ‘estado de emergencia sanitaria’, sale a la calle a montar bicicleta, ¡¡pasear a peluches para hacer creer que son mascotas!!, salir a ‘trotar’ o a ‘caminar para tomar aire puro’, como si este virus no hubiera matado a cinco personas en el Perú.

Una de ellas falleció en el mismo malecón miraflorino, donde muchos de los transgresores salen a pasear a sus ‘perritos’. La estupidez es parte de la condición humana, pero pienso que se deberían imponer penas más severas, porque con la salud de la población no se puede jugar.

Sin embargo, hay otro sector que intenta ‘sacarle la vuelta’ a la ley, pero por otros motivos menos egoístas, condenables igualmente, pero comprensibles. Son los miles de comerciantes informales que de la noche a la mañana se quedaron sin su sustento diario.

Ahora, con la terrible pandemia del coronavirus, ya no veremos con los mismos ojos a la informalidad y, como señaló la economista Liliana Rojas-Suárez: ‘La informalidad se presenta ahora como un enorme costo’. Millones de comerciantes se quedaron sin las calles, obligados a permanecer en sus casas, sin ninguna posibilidad de salir a vender sus productos para darles de comer a sus familias. ¿Se imagina usted, amigo lector, que puede salir a trabajar porque su empresa sigue laborando a pesar de su rubro, que no pueda producir o vender porque no hay quien le compre y, sin embargo, no cierra planillas? ¿O usted lector que es un privilegiado que puede trabajar desde su computadora sin tener que salir a la calle y exponerse al virus?

Este Búho se debe al pueblo, así como nuestro diario. Por eso, desde el primer momento en que se dieron estas medidas severísimas, pero necesarias, exigimos que se contemple algún tipo de compensación a aquellos sectores que se ven totalmente perjudicados, como los llamados ‘microinformales’, sector independiente que no tiene ni seguridad social y que ante este ‘estado de emergencia’ son los más perjudicados del país. Por eso saludamos el anuncio del gobierno de entregar un subsidio de 380 soles a los hogares más vulnerables.

Encima, frente a una pandemia donde el principal antídoto consiste en lavarse las manos de manera frecuente, ¿qué van a hacer los millones de peruanos que no tienen agua potable y con las justas compran agua medio turbia para cocinar a camiones cisternas oxidados? Esos compatriotas tienen que desafiar las restricciones y bajar de sus cerros con sus baldes para conseguir agua. Qué panorama tan distinto de los que, teniendo todo, desafían a la autoridad para ‘montar bicicleta, trotar o sacar a pasear a sus perros por el malecón’.

Esta pandemia sirvió para algo: por primera vez se le vio a la máxima autoridad de Sedapal entregando agua en San Juan, donde increíblemente ¡¡se había ido el servicio!! Por más que hayamos sido los primeros en declarar cuarentenas, si empresas estatales como Sedapal solo se dedican a hacer sospechosamente conexiones de agua y alcantarillado en urbanizaciones y se olvidan de los asentamientos humanos que están a su costadito, siempre seremos uno de los países más vulnerables de América Latina.

Apago el televisor.

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