Este Búho ha leído muchos artículos y opiniones en los que se afirma que, por lo general, los escritores han sido, son y serán . Se argumentaba que la mayoría pasaba mucho tiempo enclaustrado, elucubrando sus obras; que otros andaban la mayor parte del tiempo ebrios y unos más eran tan mujeriegos que terminaban con cuatro esposas como , o cinco como Norman Mailer. Alvaro Vargas Llosa contó una anécdota aleccionadora sobre la relación con su padre cuando era niño. Relató que el escritor se encerraba en un cuarto de la casa por horas. No salía para almorzar ni cenar. Todo su contacto en esas horas era con su madre Patricia o las empleadas. Mario les había advertido a él y a su hermano menor Gonzalo que penetrar en ese cuarto prohibido podría costarles muy caro. La existencia de monstruos y otras fábulas eran argumento del escritor para infundirles miedo, además de amenazarlos con internarlos en un colegio muy lejano de Lima. Los niños abrigaban una curiosidad que los hacía alucinar. Pensaban que allí se reunía con alguien, que construía algo o había cosas maravillosas y muy valiosas. Después de mucho tiempo, devorados por la ansiedad, decidieron romper la regla terrorífica y ante un descuido de Patricia decidieron ingresar al lugar prohibido. ‘No encontramos nada de lo que habíamos imaginado. Allí había algo grande, muy grande: una gran biblioteca y un escritorio con una máquina de escribir y mucho papel’. Con esa estratagema, el novelista se ahorró el tener que ‘botarlos’ o irse a escribir a otra parte para que ‘no lo molestaran sus hijos’. Pero en algo sí cumplió Mario. A Gonzalo, su hijo más inquieto, lo mandó a estudiar en un internado en Inglaterra, y tiempo después, el escritor publicó un artículo donde relataba que su hijo se había convertido, durante su estancia en ese rígido colegio inglés, en fumador de marihuana y seguidor del culto ‘rastafari’, del cual era impulsor Bob Marley. De adulto, Gonzalo, a diferencia de Alvaro -incondicional de su padre-, mantuvo una relación distante con el novelista y al suscitarse la crisis matrimonial entre él y Patricia, apoyó decididamente a su madre.

Pero hay algunos escritores que han tenido relaciones verdaderamente traumáticas con sus hijos, tanto así que pasados los años sus descendientes se cobran revanchas y hacen públicas relaciones que dejan perplejos a los millones de admiradores del artista, desnudándolo como un padre desalmado. Hemingway, Premio Nobel de Literatura y autor de joyas como ‘El viejo y el mar’, ‘Fiesta’ o ‘Por quién doblan las campanas’, se casó cuatro veces. Con su primera esposa, Elizabeth, tuvo a su primogénito Jack. Con la segunda, Pauline, buscó la hija mujer pero tuvo otros dos hijos hombres, Patrick y Gregory. Decepcionada por no haberle podido dar una hija mujer al viril y rudo novelista que le reclamaba, Pauline optaba por consolarse de las largas ausencias de su marido vistiendo al pequeño Gregory como una niña y prodigándole muchos mimos y sobreprotección. Greg creció afeminado entre las mucamas y su madre. Cuando el novelista descubrió que su hijo adolescente vestía a escondidas ropas femeninas o se pintaba los labios, descargaba contra él toda su furia y frustración. Ernest ya había abandonado a su madre por la corresponsal de guerra Martha Gellhorn y recorría España en plena guerra civil. Cuando llegaba a Norteamérica encontraba a un Gregory rebelde y resentido con un padre que solo despotricaba de su ‘falta de hombría’. El último hijo escribió: ‘Era un monstruo abusivo, empapado en ginebra. Era una mierda egocéntrica y un día le grité: ‘Morirás sin que nadie te llore y básicamente sin que nadie te quiera, a no ser que cambies, papá’. El escritor se suicidó a los 61 años disparándose un tiro de escopeta en la boca en su casa de Idaho, donde vivía con su última esposa Mary Welsh. Paranoico y destruido físicamente, no pudo ver cómo su hijo Gregory, al que llamaba ‘buitre’, ‘delincuente adolescente’, ‘tu pobre escritura es producto de tu enfermedad’, ‘poco hombre’, se casaba cuatro veces, igual que él. Tampoco supo que su última esposa Ida fue una antigua amante suya ni que tuvo ¡nueve hijos! Nada de eso hubiera tomado por sorpresa al escritor, periodista, boxeador, cazador y navegante. Solo una cosa lo hubiera llevado a la tumba otra vez, si hubiera resucitado. Que su hijo Gregory se cambiara de sexo y su nombre de transexual sea ‘Gloria’, quien en una tremenda borrachera, a plena luz del día, se sacó el vestido y la ropa interior mientras la gente ingresaba a un estadio de béisbol en Miami. ‘Gloria’ Hemingway fue encarcelada en la prisión de Miami ‘por obscenidad’ y allí murió de un ataque cardiaco. Apago el televisor.

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