Este se sorprende de cómo han cambiado los tiempos. Recuerdo que en el año 2002 se estrenó la película , basada en la vida del legendario delincuente de fines de los setenta e inicios de los ochenta, Oswaldo Gonzales Morales, ‘Django’, en honor a su diestro manejo de las armas de fuego, como el antihéroe de las películas del oeste del ‘spaguetti western’. Y en verdad Gonzales Morales hizo honor a su chapa. ‘Django’ perteneció a una generación de delincuentes que se enfrentaban cara a cara con la policía y con la muerte, pues era un robabancos. En esos tiempos era imposible pensar que un ‘raquetero’ iba a matar a una señora o universitaria para robarle un celular, como ahora; o que iban a matar a unos viejitos que sacaron plata de un banco, como los malditos ‘raqueteros’ de ahora. En los tiempos de ‘Django’, existían bandas de asaltantes de agencias bancarias como la ‘Banda de la Metralleta’, de Surquillo, con ‘Caman Baby’ y ‘La Gringa’, o ‘Patita de Cuy’ y el ‘Loco Cánepa’.

La policía calculaba que ‘Django’ habría cometido cien asaltos a bancos en todo el país. Bien plantado, con mucho floro para las mujeres, Oswaldo hacía vida social en el Callao con su compinche en amistad y asaltos, Carlos Dávila, ‘Pistolita’. Pero el asaltante no podía dejar de admirar a la conviviente de ‘Pistolita’, una hermosa quinceañera de ojos verdes a la que su cómplice había sacado de su casa en Los Barracones del Callao, cuando cursaba el cuarto de secundaria en un colegio chalaco. Era Maritza Rodríguez. Su madre le dijo al criminal: ‘Te llevas a mi hija, pero me pagas juntas las dieciocho mensualidades de su colegio’. La madre desalmada prácticamente había ‘vendido’ a la adolescente. Solo un par de años disfrutaría ‘Pistolita’ de las caricias de la jovencita. Justamente en un golpe a una agencia bancaria, Dávila fue abatido por la policía y murió en el acto. ‘Django’ logró escapar, llegó al Callao para ayudar a la joven viuda que no podía vivir sin la protección de tipos como su difunto marido, por lo que se fue a vivir con Gonzales Morales.

Sin embargo, Maritza ya no quería estar con el corazón en la boca cada vez que su hombre salía ‘a trabajar’. ‘Ya no quiero pasar lo que sufrí con ‘Pistolita’, yo voy contigo’, le advirtió. Fue así como a inicios de los ochenta nació la tristemente célebre pareja: ‘Django’ y la ‘Chica Dinamita’. Los diarios de la época aumentaron los tirajes con la historia de la guapa muchacha de Los Barracones, que ingresaba a una institución bancaria con un paquete de dinamita y un encendedor. ‘¡Al piso, carajo, pongan la plata en los maletines o volamos todos!’, gritaba con autoridad.

Francamente, parecía una escena que años después Quentin Tarantino filmaría en ‘Pulp Fiction’, cuando los enamorados Pumpkin (Tim Roth) y ‘Honey Bunny’ (Amanda Plummer) asaltaban una cafetería. Sin embargo, pese a la espectacular e intimidante modalidad de asalto, ‘Django’ y su ‘Dinamita’ evitaban ocasionar daños colaterales y dejar heridos o muertos en sus ‘trabajos’.

Jorge Germán, curtido exoficial de la PIP de Surquillo, que desarticuló las bandas de asaltantes de bancos de ‘Chicago Chico’ en los setenta y ochenta, sostiene: ‘Es que ‘Django’ venía de la vieja escuela, que asaltaba bancos a sabiendas de que si asesinabas a un policía, te sentaban ante una corte militar y de frente te mandaban ante el pelotón de fusilamiento. Por eso se cuidaban de matar a un uniformado’. Incluso, actualmente predica la palabra de Dios. Increíble que ahora acribillan policías solo para robar unos cientos de soles en un restaurante o para asaltar un camión en el Callao. Todo delincuente es una lacra para la sociedad, pero en los tiempos de los malhechores como el de la película ‘Django’, era inadmisible que un marginal cobre veinte mil soles para matar a una ama de casa. No existía el sicariato. Eran asaltantes de bancos, negocios, joyerías o grandes residencias. Ayer que se estrenó ‘Django: Sangre de mi sangre’, la segunda parte de aquel filme del 2002, veremos que el viejo delincuente sale de la cárcel después de quince años y será testigo de cómo la ciudad ha cambiado, sobre todo el crimen. Es una urbe ultraviolenta donde jóvenes dominan el despiadado negocio del sicariato, narcotráfico y secuestros. Y para colmo, su hijo es uno de los más rankeados delincuentes. Salvando las abismales distancias, el ‘Django’ que sale de prisión tiene alguito de Carlito (‘Carlito’s Way’), cuando se encuentra con jóvenes delincuentes como ‘Benny Blanco’ del Bronx. Pero me quedé corto. Ya comentaré el largometraje, que promete romperla en la taquilla. Apago el televisor.

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