Este Búho, a pedido de numerosos lectores que no pueden entender cómo alguien como ganó la presidencia de Estados Unidos, explicaba ayer las causas de tan sorpresivo triunfo. El candidato republicano se empecinó, aún en contra de los consejos de sus asesores, en mostrarse chúcaro, agresivo, muchas veces malcriado y siempre con un discurso racista e intolerante con el que, de paso, atacaba hasta a las mujeres. Vuelvo a tomar la espada del augurio de ‘/ que me permite ver más allá de lo evidente para escribir la segunda parte.

CON TETAS NO HAY PARAÍSO: La demócrata contó con el apoyo de los artistas más representativos y respetados del país, como Bruce Springsteen, pero también de starlets conocidas por sus escandaletes como Madonna, Benyoncé, Jennifer Lopez y los más importantes personajes gays. Donald Trump apeló a los judíos ortodoxos, a la iglesia presbiteriana, que son una legión en los estados más alejados de las grandes urbes. Allí consiguió votos decisivos, como en Ohio. Él encabezó una increíble ‘guerra santa’, que ni Nueva York, Los Ángeles o Washington percibían. Contra el aborto, el matrimonio homosexual e inclusive contra las artistas que apoyaban a su oponente. Llamaba a una cruzada “para hacer nuevamente grande a Norteamérica y que ustedes vuelvan a ser respetados”. Metía cizaña diciendo que estas estrellas facturaban millones enseñando los senos, “mientras ustedes están sin trabajo”. Me hizo recordar, salvando abismales distancias, cuando un chino rector de una universidad, que ni sabía hablar castellano, derrotó al gran escritor Mario Vargas Llosa. En aquella elección, lo mejor de los artistas e intelectuales estaba con el literato: Augusto Ferrando, Gisela Valcárcel, Jaime Bayly, César Hildebrandt, pero ganó el ‘Chino’. Lo mismo sucedió el martes en Estados Unidos. El ganador es un apestado ante las élites intelectuales y artísticas, pero venció. Y vislumbro que, en otra cosa, se parece a Fujimori. Pienso que no va a cumplir sus promesas y, tarde o temprano, un tipo astuto, pero sin escrúpulos, sin cultura política, peleado con su partido, podría llevar al despeñadero al país, como el ‘Chino’. Porque Ronald Reagan era actor, pero tenía a su lado a una brillante esposa, Nancy. Donald Trump tiene a su eslovaca Melania Knauss, que solo parece tener un par de buenas piernas.

VEAN NETWORK: Hay una película que retrata muy bien el papel que jugó Donald Trump y que le dio el triunfo. ‘Network, poder que mata’, que ganó el Oscar. En ella, un viejo conductor de noticiero es notificado que está despedido por bajo rating. El desesperado comunicador le ruega a su amigo, el productor, que le permita despedirse de la teleaudiencia en vivo. Allí anuncia que se va a suicidar, pero antes hace una proclama incendiaria, un grito de guerra contra las corporaciones, contra los lobbies, contra los políticos corruptos, contra Wall Street. Y antes de apretar el gatillo, invita a todos los televidentes a que salgan a sus ventanas y griten ‘¡¡estoy harto de soportar todo esto!!’ Como por arte de magia, de todo el país millones salen a sus ventanas a lanzar la arenga del conductor Bale, brillantemente interpretado por Peter Finch. Los índices de audiencia se elevan, el rating explota y no lo dejan matarse, le renuevan el contrato con un sueldazo. Algo muy similar hizo Donald Trump en Estados Unidos y caló. Le han creído. En la película, el conductor empezó a transar con las corporaciones, bajó el tono de su discurso y -al final- nuevamente cayó en el rating. Al punto que la productora contrató a una banda terrorista para que lo mate en vivo. Ojalá que no le pase algo parecido al flamante presidente de la nación más poderosa del mundo. Apago el televisor.

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