Este Búho describió al presidente , cuando era candidato, como un político limitado, ‘clichetero’, bravucón de plazas, donde, cual canto de sirena de Ulises, encandilaba a los pobladores de los pueblos pobres del sur y norte andino con palabras como ‘estatización’ de mineras o plantas de gas.

De más está decir que el ‘profesor’ no sabía de lo que estaba hablando, ni de las millonadas de dólares que podían significarle al país sus delirios expropiadores. Cuando en la segunda vuelta, ya no en una plaza sino en un canal de televisión, un periodista con solo una pregunta tranformó a ese león de plazuela en un gatito de sofá: ‘¿Sabe usted qué es un monopolio? El candidato que iba primero en la segunda vuelta no pudo responder, solo emitió tartamudeos, trabalenguas, ‘chamullos’.

El periodista le enrostró su ignorancia por no saber los más usados conceptos de economía, conocidos hasta por alumnos de secundaria. ‘Y usted- le dijo el periodista- no sabe nada de economía, ¿así quiere ser presidente?’. A partir de ahí, nunca más asistió a ningún programa de televisión ni concedió ninguna entrevista radial, televisiva o de prensa, ni siquiera después de ganar las elecciones ajustada y enrarecidamente.

Dejó que se convirtiera en un símil del siniestro Cardenal Richelieu, que gobernara a espaldas de un inepto rey francés Luis XIII. Así, el ‘profesor’ permitió que el condenado por corrupción y jefe del partido que lo llevó a la presidencia colocara como premier al incendiario Guido Bellido y un pelotón de ministros con más chicharrones que los locales de Lurín. Y dejó a Pedro Francke, un economista de Juntos por el Perú, como su ministro de Economía. El izquierdista ‘moderado’ en vano intentó inculcarle los principios básicos de economía. Castillo, contra todos los principios básicos de la política, mantuvo 70 días como premier al radical Guido Bellido, quien ahuyentó las inversiones, ahorros y sumió en angustia a las amas de casa con el alza de productos de la canasta familiar por la subida del dólar.

Todos pensaron que al sacar por la puerta falsa a Bellido y poner a una izquierdista menos ultra como Mirtha ‘Cleopatra’ Vásquez, a la que le colocaron en el gabinete un ‘topo’ cerronista en el estratégico Ministerio del Interior, el presidente por fin podría gobernar, pensar en reactivar la economía en primer lugar. La nueva primera ministra, en el discurso del pedido de confianza, eliminó las palabras alusivas al chavismo venezolano y nada de las palabras que asustan a los empresarios e inversores: ‘Nueva Asamblea Constituyente’. Pero sin explicación recibió un tremendo misil que expresaba un afán saboteador del propio presidente.

Castillo, en el mismo momento en que Vásquez expresaba que buscarían inversiones con redistribución justa, desde Bagua, acordándose de los tiempos de fogoso candidato, ‘emplazó’ al Congreso a que promulgue una ley para ¡¡estatizar la empresa del gas de Camisea!! y volvió con su cháchara de la ‘Asamblea Constituyente’. De inmediato, el dólar volvió a subir, lo que provoca el aumento de precios de distintos productos, afectando especialmente a los más pobres. ¿Así quiere que el Legislativo le dé la confianza a su premier, cuando ya bancadas opositoras como Renovación Popular y el fujimorismo promueven rechazar el pedido?

¿Qué pretende el presidente? Me imagino que traerse abajo los esfuerzos de Pedro Francke de conseguir la confianza de los inversores y empresarios. La otra posibilidad que se estaría buscando es que nieguen el pedido de confianza. Pero en sus palabras no hay juego. Parece que no sabe cuánto costaría estatizar Camisea: ¡unos 123 mil millones de soles! Y si no pagamos, nos convertiríamos en un país ‘paria’ e incluso se podrían embargar otras cuentas del Estado. Estas cifras no son juego, señor presidente, quítese el disfraz de duende malo de Halloween y comience a gobernar en serio.

Apago el televisor.

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